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¡Censura en México! La libertad de expresión bajo ataque

La libertad de expresión en México enfrenta una amenaza sin precedentes. En un país donde la prensa y los ciudadanos han luchado por décadas para mantener sus voces vivas, el gobierno actual parece decidido a imponer restricciones que silencien cualquier crítica. Las recientes reformas y políticas impulsadas desde el poder han desatado una ola de preocupación entre periodistas, activistas y ciudadanos comunes, quienes ven en estas medidas un intento claro de control.
El gobierno de Morena, encabezado por Claudia Sheinbaum, ha promovido iniciativas que, bajo el pretexto de regular la información, limitan el derecho a expresarse libremente. Una de estas propuestas, la llamada “Ley Censura”, busca controlar lo que se publica en internet sin necesidad de órdenes judiciales. Esta legislación otorgaría al Ejecutivo un poder desmedido para decidir qué contenido es permitido y cuál debe ser eliminado, un paso que muchos consideran autoritario.
Las conferencias mañaneras, un sello distintivo del gobierno, han sido señaladas como un espacio donde se estigmatiza a la prensa. Periodistas que cuestionan las acciones del gobierno son frecuentemente atacados, descalificados o expuestos públicamente. Un fallo reciente de un Tribunal Colegiado confirmó que estas prácticas violan la ley, al generar campañas de desinformación y agresiones contra medios de comunicación. Este ambiente hostil ha creado un clima de miedo para quienes buscan informar con independencia.
La situación no se limita a los medios tradicionales. Las redes sociales, un espacio clave para la libre expresión, también están en la mira. Propuestas como el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil han encendido las alarmas, pues podrían ser usadas para identificar y silenciar a quienes critican al régimen. Este tipo de medidas, que recuerdan a tácticas de control de gobiernos autoritarios, amenazan con convertir a México en un lugar donde disentir sea un riesgo.
El caso de Gustavo Macalpin, un conductor despedido en vivo por criticar al esposo de la gobernadora de Baja California, María del Pilar, es solo un ejemplo de cómo el poder busca aplastar cualquier voz disidente. Este incidente, que causó indignación en redes, refleja el nivel de intolerancia hacia quienes se atreven a cuestionar a los aliados de Morena. La censura no solo afecta a periodistas, sino a cualquier ciudadano que desee expresar su opinión.
Organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos, han advertido sobre el deterioro de la libertad de expresión en México. Las mujeres periodistas, en particular, enfrentan riesgos adicionales, desde acoso hasta violencia de género, lo que agrava aún más la crisis. A pesar de estas alertas, el gobierno parece ignorar las críticas y avanza con su agenda de control informativo.
La prensa mexicana tiene una larga historia de resistencia. Desde los días del Excélsior en los años 70, cuando el gobierno intentó silenciar a periodistas éticos, hasta la creación de medios independientes como Proceso, los comunicadores han luchado por la verdad. Sin embargo, la situación actual pone a prueba esa resiliencia, con un gobierno que no solo desacredita a los medios, sino que busca criminalizar ciertas narrativas a través de leyes como la que propone tipificar la “apología del delito”.
La ciudadanía no puede permanecer indiferente. La libertad de expresión es un pilar de la democracia, y su erosión afecta a todos. Mientras el gobierno insiste en que estas medidas son necesarias para proteger el orden, la realidad es que cada restricción impuesta aleja a México de los ideales de transparencia y participación que alguna vez prometió. La pregunta ahora es cuánto tiempo más podrán resistir las voces críticas antes de ser silenciadas por completo.
Este escenario pone en riesgo no solo el presente, sino el futuro del país. Una sociedad sin libertad de expresión es una sociedad vulnerable, donde el poder actúa sin rendir cuentas. México merece un debate abierto, donde todas las ideas puedan coexistir sin temor a la censura. La historia ha demostrado que el silencio nunca es la respuesta.

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