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Restos humanos en el Ajusco: Madres buscadoras revelan la cruda realidad de la inseguridad en la CDMX

En un hallazgo que sacude a la Ciudad de México, colectivos de madres buscadoras descubrieron restos humanos en la zona boscosa del Ajusco, en la alcaldía Tlalpan. El macabro descubrimiento tuvo lugar durante una jornada de búsqueda encabezada por el colectivo “Una Luz en el Camino”, liderado por Jaqueline Palmeros, quien desde hace años rastrea incansablemente a su hija desaparecida, Jael Montserrat Uribe.
El operativo se llevó a cabo del 7 al 11 de abril, como parte de la Jornada Nacional de Búsqueda de Personas, que reunió a colectivos de varios estados del país. Los restos óseos encontrados, cuya cantidad exacta no se ha precisado, fueron localizados tras una denuncia anónima que alertó a las buscadoras sobre un predio en la carretera Picacho-Ajusco. Este tipo de hallazgos pone en evidencia la magnitud de la crisis de desapariciones en México.
Jaqueline Palmeros, visiblemente afectada, relató que los restos fueron encontrados en una construcción en obra negra, un lugar que, según las buscadoras, es frecuentemente utilizado por grupos criminales para ocultar cuerpos. La activista señaló que, aunque las autoridades fueron notificadas, la respuesta fue lenta, con apenas un elemento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y dos peritos presentes en el lugar.
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México confirmó que los restos serán sometidos a análisis forenses para determinar si son humanos y, de ser posible, identificar a las víctimas. Sin embargo, las madres buscadoras denunciaron la falta de apoyo institucional, destacando que su labor depende en gran medida de la colaboración ciudadana y de información anónima.
Este no es un caso aislado. En noviembre de 2024, el mismo colectivo encontró restos óseos en el Ajusco que, tras estudios genéticos, fueron identificados como los de Jael Montserrat, hija de Jaqueline. Este hallazgo confirmó las peores sospechas de una madre que nunca dejó de buscar, pero también expuso la alarmante presencia de fosas clandestinas en la capital del país.
La Ciudad de México, que alguna vez se consideraba un oasis frente a la violencia que azota otras regiones, acumuló 1,013 casos de desapariciones entre octubre de 2024 y marzo de 2025, según datos oficiales. Estos números reflejan una realidad que las autoridades locales parecen incapaces de controlar, dejando a las familias en una lucha solitaria por encontrar a sus seres queridos.
Las madres buscadoras, como Carolina Espinoza, quien busca a su esposo desaparecido desde 2020, insisten en que no descansarán. A pesar de las dificultades, su trabajo ha visibilizado una problemática que el gobierno capitalino parece minimizar. Los colectivos exigen mayor apoyo, recursos y, sobre todo, acciones concretas para frenar la ola de desapariciones.
El hallazgo en el Ajusco es un recordatorio de que la inseguridad no respeta fronteras ni ciudades. Mientras las autoridades no asuman su responsabilidad, las madres buscadoras seguirán siendo la última esperanza para miles de familias que viven con la incertidumbre de no saber dónde están sus seres queridos.

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