Las manifestaciones en Los Ángeles surgieron como respuesta a las detenciones masivas de inmigrantes por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Las protestas, que comenzaron pacíficamente, derivaron en enfrentamientos con la policía y actos de vandalismo, incluyendo el saqueo de 23 negocios en el centro de la ciudad. Esto llevó a la alcaldesa a declarar un estado de emergencia local.
El toque de queda, vigente desde las 8 de la noche hasta las 6 de la mañana, abarcaba un área de 2.5 kilómetros cuadrados en el centro de Los Ángeles. Bass afirmó que la restricción fue clave para reducir la violencia y proteger a la comunidad. La medida no aplicaba a residentes, trabajadores esenciales, medios acreditados ni personas sin hogar.
El lunes, ante una disminución de arrestos durante las protestas nocturnas, Bass redujo el horario del toque de queda. La decisión de levantarlo completamente se tomó tras observar una clara baja en los incidentes violentos. La alcaldesa destacó que la policía de Los Ángeles mantendrá una fuerte presencia para garantizar la seguridad.
Las protestas en Los Ángeles, una ciudad de mayoría latina, reflejaron el descontento por las políticas migratorias de Trump. El sábado, miles de personas se manifestaron bajo el lema “Día sin Reyes”, coincidiendo con un desfile militar en Washington para conmemorar el 250 aniversario de las Fuerzas Armadas y el cumpleaños del presidente.
El despliegue de 4,000 efectivos de la Guardia Nacional y 700 marines en Los Ángeles, ordenado por Trump, generó críticas. El gobernador de California, Gavin Newsom, calificó la medida como un ataque a la democracia, argumentando que las fuerzas militares no están entrenadas para labores de seguridad pública. Bass también condenó la escalada federal.
Durante los días de toque de queda, la policía reportó más de 200 arrestos, principalmente por violar la restricción. Algunos enfrentamientos incluyeron el uso de gases lacrimógenos y proyectiles no letales. Siete agentes resultaron heridos, aunque ninguno de gravedad, según el jefe de policía, Jim McDonnell.
Bass aseguró que su prioridad es mantener la seguridad y estabilidad en los barrios del centro. Aunque levantó el toque de queda, advirtió que podría reinstaurarlo si las condiciones lo requieren. La ciudad se prepara ahora para recuperar la normalidad, mientras los comercios afectados comienzan a reparar los daños.
Las protestas, que se extendieron a otras ciudades de Estados Unidos, han puesto en el centro del debate las políticas migratorias de Trump. Organizaciones como la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes estiman que al menos 300 personas fueron detenidas en California, muchas sin acceso inmediato a representación legal.
Los Ángeles, que se alista para el Mundial de fútbol de 2026, enfrenta el desafío de restaurar su imagen tras los disturbios. La alcaldesa llamó a la comunidad a trabajar unida para superar las tensiones, mientras el gobierno estatal evalúa acciones legales contra las decisiones federales.

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La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, levantó el toque de queda en el centro de la ciudad tras una semana de tensiones. La medida, impuesta el 10 de junio, buscaba frenar los disturbios desatados por protestas contra las redadas migratorias ordenadas por el presidente Donald Trump. Según Bass, el toque de queda permitió proteger comercios y residencias de actos vandálicos.
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