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Oraciones por los migrantes: crueldad en las redadas de Estados Unidos

En la capilla de la Casa del Migrante en Ciudad Juárez, un grupo de trabajadores y personas en movilidad se reunió para orar por quienes enfrentan el dolor y el temor de las redadas migratorias en Estados Unidos. La misa, celebrada ayer, fue un momento de reflexión y solidaridad con las familias afectadas por las políticas del gobierno de Donald Trump.
El sacerdote Francisco Javier Bueno Guillén, director del albergue católico, lideró la ceremonia. Desde un altar rodeado de banderas de diversos países, una imagen de la Virgen de Guadalupe y la Cruz Migrante bendecida por el Papa Francisco, pidió especialmente por los niños que sufren la separación de sus familias. Sus palabras resonaron en un espacio cargado de simbolismo y esperanza.
Bueno Guillén denunció la crueldad de las detenciones. Las imágenes que circulan en redes sociales muestran operativos que buscan intimidar a las comunidades migrantes. Según el sacerdote, estas acciones no solo son inhumanas, sino que también generan un clima de miedo que afecta a quienes buscan regularizar su situación migratoria.
Las redadas, impulsadas por el Servicio de Inmigración y Aduanas, han provocado protestas en varias ciudades estadounidenses. En Los Ángeles, las detenciones han desencadenado disturbios, mientras que en otros estados se reportan operativos en centros de trabajo. La narrativa oficial califica a los migrantes como criminales, aunque estudios demuestran que cometen menos delitos que los ciudadanos nacidos en Estados Unidos.
El director de la Casa del Migrante advirtió que Ciudad Juárez podría ver un aumento en el número de deportados. Familias enteras o personas separadas de sus seres queridos podrían llegar a esta frontera, enfrentando un futuro incierto. La posibilidad de un mayor flujo migratorio preocupa a las organizaciones locales, que ya lidian con recursos limitados.
El sacerdote hizo un llamado a las autoridades para que no olviden la humanidad de los migrantes. Citó el libro del Éxodo, recordando que maltratar al extranjero va en contra de los valores éticos y cristianos. Sus palabras buscan inspirar una reflexión sobre el trato que reciben quienes buscan una vida mejor al otro lado de la frontera.
La Casa del Migrante, que ha sido un refugio para miles de personas, enfrenta sus propios desafíos. Durante la pandemia, su capilla se convirtió en un espacio de aislamiento, y luego en un dormitorio para hombres migrantes. A pesar de estas dificultades, el albergue sigue siendo un lugar de resistencia y apoyo para quienes lo necesitan.
La misa en Juárez no solo fue una oración por los migrantes, sino también un recordatorio de la crisis humanitaria que se vive en la frontera. Mientras las redadas continúan, la solidaridad de comunidades como esta busca mantener viva la esperanza de un trato más justo para quienes huyen de la violencia y la pobreza.

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