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La increíble historia de “Los Cuates”, los gemelos que conquistaron León con su unión y trabajo

En el corazón de León, Guanajuato, dos hermanos gemelos han forjado una historia que trasciende el tiempo y el trabajo duro. Benito y Roberto López Gallegos, conocidos cariñosamente como “Los Cuates”, han compartido una vida inseparable, marcada por un lazo fraterno que va más allá de lo común. Desde su infancia, estos hermanos han caminado juntos, enfrentando retos y construyendo un legado que hoy inspira a su comunidad.
Benito y Roberto nacieron el 21 de marzo de 1949, coincidiendo con el natalicio de Benito Juárez, un detalle que parece haber marcado su destino. Desde pequeños, su vida ha estado entrelazada: crecieron en el mismo barrio, compartieron amigos y hasta caminaban abrazados por las calles de León. Su parecido físico y sus similitudes han hecho que, incluso hoy, familiares y amigos los confundan, generando anécdotas que ellos mismos cuentan con una sonrisa.
A los nueve años, los gemelos comenzaron a trabajar juntos, primero vendiendo gelatinas y manzanas acarameladas. Con el tiempo, encontraron su verdadera vocación en la mecánica eléctrica, un oficio que aprendieron bajo la guía de su patrón, Bulmaro Cordero López, en el taller Acumuladores del Bajío. Durante 14 años perfeccionaron su técnica, hasta que decidieron independizarse y abrir su propio taller en la calle Apolo, cerca de la estación de bomberos de León.
La conexión entre Benito y Roberto va más allá de lo profesional. Ambos tienen tres hijos, visten de manera casi idéntica sin planearlo y hasta han sentido cuando el otro está triste o enfermo. Esta sincronía se refleja incluso en su vida familiar: cuando Roberto tuvo a su tercer hijo, Benito no tardó en seguirle el paso. “Ya se nos adelantó Roberto, ¿qué tal si tenemos el otro?”, recuerda Benito haberle dicho a su esposa, dando la bienvenida a su tercer hijo, Misael.
El taller de “Los Cuates” se convirtió en un referente en León, no solo por su habilidad como mecánicos, sino por la calidez con la que trataban a sus clientes. Durante más de 60 años, trabajaron codo a codo, enfrentando los retos del oficio con la misma dedicación que aplicaban a su relación fraterna. Su historia es un testimonio de esfuerzo, lealtad y la fuerza de los lazos familiares.
A pesar de no haber pasado de la primaria, Benito y Roberto se enorgullecen de haber formado familias sólidas. Sus hijos los reconocen como padres ejemplares, un logro que emociona a los gemelos hasta las lágrimas. “Soy una persona muy feliz, muy satisfecho de la familia que tengo”, comparte Roberto, mientras Benito asiente, con los ojos brillando de orgullo.
Una curiosidad que define a “Los Cuates” es la historia de sus nombres. Aunque todos los conocen como Benito y Roberto, el acta de nacimiento de Benito revela que su nombre oficial es José Luis. Este detalle, descubierto durante su servicio militar, no ha cambiado la forma en que la gente los identifica: para León, siempre serán “Los Cuates”, un apodo que los acompaña desde el kínder.
Hoy, a sus 76 años, Benito y Roberto siguen viéndose a diario, sin imaginar un día sin la presencia del otro. Su historia no solo es un relato de trabajo y dedicación, sino un ejemplo de cómo el amor fraternal puede superar cualquier obstáculo. En León, “Los Cuates” son más que mecánicos; son un símbolo de unión y perseverancia que sigue resonando en las calles de su ciudad.

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