En un sábado cargado de tensión, miles de estadounidenses tomaron las calles de ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Atlanta para protestar contra las políticas del presidente Donald Trump. Las manifestaciones, organizadas bajo el lema “No Kings”, coinciden con el desfile militar planeado en Washington para celebrar el 250 aniversario del Ejército, un evento que también marca el cumpleaños 79 de Trump.
Las protestas, que se extendieron por al menos 24 ciudades, reflejan un creciente rechazo a lo que muchos consideran una deriva autoritaria del gobierno. En Los Ángeles, los manifestantes se reunieron frente al Ayuntamiento, ondeando pancartas y escuchando tambores nativos americanos. Algunos coreaban consignas contra las redadas migratorias de Trump, mientras otros expresaban su apoyo a la democracia y los derechos humanos.
En Nueva York, miles se congregaron en el Bajo Manhattan, cerca de oficinas federales de inmigración. La marcha, pacífica en su mayoría, incluyó símbolos patrióticos como banderas estadounidenses, aunque algunas fueron ondeadas al revés en señal de angustia. Los organizadores destacaron que estas protestas buscan enviar un mensaje claro: rechazar cualquier intento de gobernar como si no existieran límites al poder presidencial.
El desfile militar en Washington, descrito como el mayor despliegue de fuerza desde 1991, incluye tanques Abrams, helicópteros y paracaidistas. Trump ha defendido el evento como una celebración de la grandeza del país, pero sus críticos lo ven como una exhibición de fuerza personal. La presencia de 6,700 soldados y equipo militar pesado ha intensificado las críticas, especialmente tras las recientes decisiones de enviar tropas a Los Ángeles para contener protestas.
En Los Ángeles, la situación se tornó tensa cuando la policía dispersó a los manifestantes, declarando una asamblea ilegal. Algunos enfrentamientos resultaron en detenciones, y los organizadores denunciaron el uso de porras y gas lacrimógeno. La alcaldesa Karen Bass afirmó que la violencia no representa el espíritu de las protestas, que buscan apoyar a las comunidades migrantes afectadas por las políticas de Trump.
En otros estados, como Texas, el gobernador republicano Greg Abbott desplegó la Guardia Nacional para “mantener el orden”, una medida que ha generado críticas por considerarse innecesaria. En contraste, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, aseguró que la policía local está preparada para manejar las protestas sin recurrir a fuerzas militares.
Las manifestaciones también abordaron temas más allá de la inmigración, incluyendo la preocupación por la erosión de derechos y libertades. En Filadelfia, figuras como Martin Luther King III se unieron a las marchas, pidiendo defender la democracia. En Atlanta, miles desbordaron el límite de un evento planeado para 5,000 personas, mostrando la magnitud del descontento.
Trump, desde Washington, insistió en que las protestas son obra de personas que “odian al país” y prometió responder con “gran fuerza” a cualquier disturbio durante el desfile. Sus palabras han avivado el temor a una escalada de tensiones, especialmente tras el despliegue de 5,000 militares en Los Ángeles, una acción criticada por el gobernador de California, Gavin Newsom, como una intromisión federal.
A pesar de la lluvia intermitente en algunas ciudades, los manifestantes no cedieron. En Houston, la multitud coreaba “No Kings” mientras marchaba bajo pancartas que denunciaban el autoritarismo. En Denver, las protestas incluyeron bailes y tambores, mostrando una mezcla de resistencia y celebración cultural.
Estas marchas, organizadas por el Movimiento 50501, representan la mayor oleada de oposición a Trump desde que asumió el poder en enero. Los organizadores evitaron protestar en Washington para no dar protagonismo al desfile, pero el mensaje de resistencia se sintió en todo el país, desde pequeños pueblos hasta grandes urbes.