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¿Por qué el Día del Padre se queda tan atrás del Día de la Madre en México?

En México, cada tercer domingo de junio se conmemora el Día del Padre, pero esta fecha pasa casi desapercibida frente a la gran celebración del Día de la Madre el 10 de mayo. Mientras las mamás reciben un despliegue de afecto, regalos y eventos, los papás suelen ser reconocidos de manera más discreta. Pero, ¿qué explica esta diferencia tan marcada?
El Día de la Madre tiene raíces más profundas en la cultura mexicana, impulsado desde 1922 por el periodista Rafael Alducín y el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos. Esta fecha se consolidó rápidamente como una tradición nacional, con una carga emocional que exalta el papel de las madres como pilar del hogar. En contraste, el Día del Padre no se formalizó en México hasta 1972, mucho después de que Estados Unidos lo instaurara.
La historia del Día del Padre comenzó en 1910, gracias a Sonora Smart Dodd, una estadounidense que quiso honrar a su padre, un viudo que crio solo a seis hijos. Aunque la idea tuvo eco en México, la sociedad tardó en adoptarla con el mismo entusiasmo. Carmelita Tostado Gamboa, originaria de La Laguna, fue clave en promover esta fecha en el país, pero su impacto nunca alcanzó el nivel del Día de la Madre.
Un factor importante es la percepción tradicional de los roles de género. En muchas culturas, incluida la mexicana, la maternidad se asocia con el cuidado directo y la crianza, lo que eleva la figura de la madre a un estatus casi sagrado. Los padres, por otro lado, han sido vistos históricamente como proveedores, un rol menos emocional y más funcional, lo que reduce el énfasis en su celebración.
Datos del Inegi reflejan esta disparidad en el gasto. En 2025, se estima que el Día del Padre generará un gasto promedio de 450 a 1,400 pesos por persona en regalos como ropa, accesorios o electrónicos. En cambio, el Día de la Madre dispara el consumo en florerías, restaurantes y pastelerías, con gastos que pueden superar los 7,000 pesos por familia. Esta diferencia económica evidencia una menor prioridad en la festividad.
Las redes sociales también muestran esta brecha. Según análisis de plataformas como SentiOne, el Día de la Madre genera un 58% más de menciones en línea que el Día del Padre. Los mensajes para las mamás suelen ser más emotivos y acompañados de campañas publicitarias masivas, mientras que los dirigidos a los papás son más genéricos y menos visibles.
Otro aspecto es la organización de eventos. El Día de la Madre llena escuelas, iglesias y espacios públicos con festivales, misas y actividades familiares. En cambio, el Día del Padre rara vez inspira eventos de gran escala, limitándose a comidas familiares o pequeños reconocimientos. Esta falta de tradición colectiva refuerza su menor relevancia.
A pesar de esto, el Día del Padre no carece de valor. Cada vez más familias mexicanas buscan honrar a los papás, abuelos y figuras paternas con gestos significativos. Instituciones como el Instituto Nacional de las Mujeres han destacado la importancia de promover una paternidad responsable y afectiva, un mensaje que podría fortalecer esta fecha en el futuro.
La diferencia entre ambas celebraciones no implica que los padres sean menos importantes, sino que la sociedad aún no ha dado a esta fecha el peso cultural que merece. Con el tiempo, el Día del Padre podría ganar terreno, pero por ahora, sigue a la sombra de la gran fiesta dedicada a las madres.

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