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Los garambullos regresan a los cerros de Guanajuato con su sabor único

En los cerros de Guanajuato capital, la naturaleza vuelve a regalarnos un espectáculo delicioso: los garambullos están de regreso. Estos pequeños frutos morados y rojizos, dulces y ligeramente ácidos, ya se encuentran por miles en las zonas serranas del municipio. Su temporada, que va de mayo a julio, atrae a senderistas y amantes de la naturaleza que buscan disfrutar de este tesoro silvestre.
Los garambullos crecen en el cactus Myrtillocactus geometrizans, una planta común en las regiones áridas y semidesérticas del centro de México. Guanajuato, junto con estados como Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí, es hogar de esta especie que produce frutos tan especiales. La abundancia de garambullos depende de las lluvias del año anterior, lo que hace que cada temporada sea única.
Recolectar estos frutos no es tarea sencilla. Los cactus crecen en terrenos escarpados y llenos de espinas, lo que requiere habilidad y cuidado para evitar accidentes. Sin embargo, el esfuerzo vale la pena: el sabor fresco y natural de los garambullos es una recompensa que pocos pueden resistir.
Más allá de su consumo directo, los garambullos están ganando un lugar en la gastronomía mexicana. Chefs de todo el país están redescubriendo este ingrediente ancestral para crear recetas innovadoras. Desde mermeladas y nieves hasta salsas y licores, estos frutos están conquistando los paladares en restaurantes de prestigio.
El auge de las cocinas tradicionales ha puesto a los garambullos en el radar de los amantes de la comida. Su versatilidad permite incorporarlos en platillos dulces y salados, e incluso en panes artesanales. Este renacimiento culinario resalta la riqueza de los ingredientes mexicanos y su conexión con la historia.
En Guanajuato, los garambullos no solo son un manjar, sino también un símbolo de la conexión con la naturaleza. Senderistas que recorren los cerros disfrutan de la experiencia de encontrar estos frutos entre rocas y espinas, en un entorno que combina aventura y belleza natural.
La temporada de garambullos también impulsa el comercio local. En mercados como el Hidalgo, los frutos se venden frescos, atrayendo a visitantes que buscan llevarse un pedazo de esta tradición. Sin embargo, algunos comerciantes han denunciado problemas de favoritismo en la asignación de locales, lo que podría afectar la venta de productos como este.
A pesar de los desafíos, los garambullos siguen siendo una joya de Guanajuato. Su sabor, su historia y su arraigo cultural los convierten en un orgullo de la región. Mientras la temporada esté activa, los cerros seguirán ofreciendo este regalo para quienes se atrevan a buscarlo.
Para los habitantes de Guanajuato, los garambullos son más que un fruto: son una experiencia que une a las personas con su entorno. Cada bocado cuenta una historia de tradición, esfuerzo y respeto por la naturaleza que define a esta tierra.

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