En un nuevo capítulo de tensión en Medio Oriente, Israel lanzó una ofensiva a gran escala contra Irán, atacando instalaciones nucleares y militares clave. Los bombardeos, iniciados en la madrugada del viernes, alcanzaron la ciudad de Isfahán, un centro vital del programa nuclear iraní, y otras zonas estratégicas, marcando un punto de inflexión en el conflicto entre ambos países.
Irán respondió con fuerza, disparando más de 150 misiles balísticos hacia Israel, algunos de los cuales lograron superar el sistema de defensa Cúpula de Hierro. Los proyectiles impactaron en Tel Aviv, dejando al menos 40 heridos, dos de ellos en estado crítico, según los servicios de emergencia israelíes. En Jerusalén, las explosiones resonaron mientras las sirenas antiaéreas obligaban a la población a refugiarse.
El ataque israelí no solo destruyó instalaciones sensibles, sino que también eliminó a altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní, incluido su comandante en jefe, Hossein Salami. Teherán calificó la ofensiva como una declaración de guerra y prometió una respuesta aún más contundente, elevando los temores de una escalada regional sin precedentes.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, defendió los ataques como una medida preventiva contra la amenaza nuclear iraní. En un discurso, instó al pueblo iraní a levantarse contra su gobierno, al que llamó un “régimen opresor”, y advirtió que “hay más por venir”. Las tensiones entre ambos países han alcanzado un nivel crítico.
Por su parte, Irán acusó a Estados Unidos de ser cómplice de los ataques israelíes, señalando que Washington proporcionó inteligencia y apoyo político. El embajador iraní ante la ONU, Amir Saeid Iravani, afirmó que su país responderá de manera “firme y proporcional”, mientras que el diálogo nuclear con Estados Unidos fue descartado como “inútil” tras los bombardeos.
Los servicios de emergencia en Tel Aviv trabajaron sin descanso para rescatar a personas atrapadas entre los escombros de edificios dañados. Videos muestran columnas de humo elevándose sobre la ciudad, mientras los sistemas de defensa aérea intentaban interceptar los misiles iraníes. La población israelí recibió órdenes de permanecer cerca de refugios.
El impacto de los misiles iraníes también se sintió en otras zonas de Israel, como el sur del país, donde se reportaron daños materiales. A pesar de la eficacia de la Cúpula de Hierro, que interceptó la mayoría de los proyectiles, la magnitud del ataque iraní puso a prueba las defensas israelíes, generando preocupación sobre su capacidad ante futuros bombardeos.
La comunidad internacional observa con inquietud. Líderes como el presidente ruso, Vladimir Putin, y el francés, Emmanuel Macron, han pedido contención para evitar una guerra total. Sin embargo, las declaraciones cruzadas entre Israel e Irán sugieren que el conflicto está lejos de resolverse.
El mercado petrolero reaccionó con un aumento significativo en los precios, reflejando el temor a interrupciones en el suministro de energía. Mientras tanto, las bolsas europeas cerraron en rojo, evidenciando la incertidumbre global ante esta escalada bélica.
A medida que la noche cae en Medio Oriente, ambos países mantienen sus espacios aéreos cerrados y sus defensas en alerta máxima. La región se encuentra al borde de un conflicto mayor, con consecuencias impredecibles para la estabilidad global.