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Un roble de 1851 y un bosque en miniatura: El Jardín Botánico de Brooklyn celebra 100 años de bonsáis

El Jardín Botánico de Brooklyn abre sus puertas a una exhibición única que celebra un siglo de su colección de bonsáis, una de las más antiguas y extensas fuera de Japón. Desde este sábado, los visitantes pueden maravillarse con árboles diminutos que van desde un roble plantado en 1851 hasta un bosque en miniatura que parece sacado de un cuento.
Esta colección, que comenzó en 1925 con la donación de 16 ejemplares por parte del paisajista Ernest F. Coe, ha crecido hasta convertirse en un tesoro botánico. Tres de esos primeros bonsáis aún sobreviven, demostrando la dedicación y cuidado que requiere este arte milenario. La exposición, que estará abierta hasta el 19 de octubre, invita a observar cómo estos árboles cambian con las estaciones.
Uno de los protagonistas de la muestra es un roble daimio, plantado en 1851, que llegó a Estados Unidos en 1925. Sus bellotas, del tamaño de las de un árbol normal, sorprenden a los visitantes por el contraste con su pequeño tronco. Junto a él, un jazmín bonsái exhibe sus delicadas flores blancas, mostrando la belleza de lo diminuto.
La exhibición también destaca un bonsái de secuoya del amanecer, dispuesto de forma que sus ramas simulan un bosque en miniatura. Este efecto se logra al colocar el árbol de lado, con las ramas creciendo verticalmente desde la tierra, una técnica que refleja la creatividad detrás del arte del bonsái.
David Castro, jardinero especializado en bonsáis, explica que estos árboles producen frutos de tamaño estándar, como cítricos, fresas y piñas, a pesar de su reducido tamaño. Esto permite a los visitantes apreciar la magia de la naturaleza en una escala única, donde cada detalle cuenta.
Para esta ocasión especial, el Jardín Botánico ha trasladado algunos bonsáis de su invernadero a los jardines al aire libre. Esto permite a los visitantes comparar los árboles en miniatura con sus versiones de tamaño natural, destacando el contraste entre ambos.
El arte del bonsái, cuyo nombre en japonés significa “plantado en una bandeja”, requiere una meticulosa poda y cuidado. Casi cualquier árbol puede convertirse en un bonsái, pero su hábitat natural es el exterior, ya que son árboles vivos que necesitan luz y aire para prosperar.
La conexión del Jardín Botánico de Brooklyn con Japón se remonta a 1915, con la creación de un jardín japonés que incluye puentes de madera, faroles de piedra y un torii rojo vibrante. Esta relación cultural se refleja en la colección de bonsáis, que honra tanto la tradición japonesa como la diversidad botánica.
La exposición no solo celebra los 100 años de esta colección, sino también el arte de transformar árboles en pequeñas obras maestras. Los visitantes pueden disfrutar de un recorrido que combina historia, naturaleza y creatividad en un solo lugar.
El Jardín Botánico de Brooklyn invita a todos a descubrir esta muestra, que estará disponible hasta octubre. Es una oportunidad para acercarse a la naturaleza de una manera diferente, admirando la paciencia y el arte que dan vida a estos árboles en miniatura.

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