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La sequía golpea sin piedad el Sitio Ramsar y el Río Conchos en Chihuahua

En el corazón de Chihuahua, la sequía extrema está dejando una huella devastadora en dos tesoros naturales: el Sitio Ramsar 2047, en Meoqui, y el Río Conchos, en Saucillo. La falta de agua ha transformado estos humedales en sombras de lo que fueron, afectando la vida silvestre y la economía local.
El Sitio Ramsar, un refugio para más de 200 especies de aves, está prácticamente seco. Las aves que antes llenaban de vida este humedal han comenzado a emigrar hacia la presa Las Vírgenes, en Rosales, o al río San Pedro, en Julimes, en busca de agua.
En el Río Conchos, la situación no es menos alarmante. Donde antes navegaban pequeñas embarcaciones, ahora solo quedan charcos aislados. La actividad turística, que dependía del caudal del río, ha colapsado, dejando a las comunidades locales sin una fuente clave de ingresos.
La sequía ha reducido el nivel de agua a mínimos históricos. En el Sitio Ramsar, solo queda un pequeño espejo de agua, apenas suficiente para que las aves sobrevivientes puedan beber. La flora, como los álamos que crecen en el lecho seco del río San Pedro, refleja el impacto de esta crisis hídrica.
La falta de lluvias ha golpeado duramente la región. Según registros, Chihuahua enfrenta una de las peores sequías en décadas, con presas como La Boquilla y Las Vírgenes al 14-15% de su capacidad. Esto no solo afecta a la fauna, sino también a la agricultura y la ganadería, pilares de la economía local.
La esperanza ahora recae en el temporal de lluvias de este año. Sin precipitaciones significativas, la recuperación de estos humedales parece lejana, y las aves podrían no regresar. La situación es crítica, y las comunidades locales observan con preocupación el futuro de estos ecosistemas.
El impacto no es solo ambiental. La caída del turismo en estas zonas ha dejado a muchas familias sin sustento. Los negocios que dependían de los visitantes, como guías y pequeños comercios, están al borde del colapso.
La crisis hídrica en Chihuahua no es un problema aislado. Es un recordatorio de los desafíos que enfrenta México ante el cambio climático y la gestión del agua. La espera de lluvias se ha convertido en una carrera contra el tiempo para salvar estos ecosistemas y el modo de vida de quienes dependen de ellos.
Mientras tanto, los habitantes de Meoqui y Saucillo miran al cielo, esperando un cambio que devuelva la vida a sus humedales y ríos. La naturaleza y la economía local están en un punto crítico, y solo el tiempo dirá si la lluvia traerá alivio a esta región golpeada por la sequía.

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