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América Latina enfrenta un 2025 con crecimiento económico limitado y tensiones comerciales al rojo vivo, con México en el epicentro de la tormenta. Según el Banco Mundial, la región crecerá apenas un 2.3%, un ritmo lento que no logra despegar y queda lejos de su potencial. Este panorama se ve complicado por el regreso del proteccionismo y las disputas comerciales con Estados Unidos, que golpean directamente a las economías más integradas, como la mexicana.

México, con el 80% de sus exportaciones destinadas al mercado estadounidense, es el país más vulnerable de la región. Los nuevos aranceles del 25% impuestos por Washington a productos que no cumplen con el T-MEC amenazan con frenar el crecimiento. El Banco Mundial estima que la economía mexicana apenas avanzará un 0.8% en 2025, una cifra alarmante que refleja la dependencia del país a las cadenas de suministro de América del Norte. La incertidumbre en torno a la relación bilateral con Estados Unidos no hace más que agravar la situación.
Las exportaciones manufactureras mexicanas, un pilar clave de la economía, sufrirán un duro revés. Aunque las tasas de interés están bajando, seguirán altas, lo que, combinado con un déficit fiscal en declive, limitará la capacidad del gobierno para impulsar la demanda interna. Este escenario pone a México en una posición delicada, donde cualquier error en la política económica podría tener consecuencias graves.
Centroamérica y el Caribe, aunque también expuestos, muestran algo más de resistencia. Se espera que las economías centroamericanas crezcan un 3.3% en 2025, impulsadas por el consumo privado y los servicios. Costa Rica destaca con un crecimiento proyectado del 3.5%, gracias a la fortaleza de su mercado interno. Panamá, por su parte, alcanzará un 3.5% apoyada en el comercio ligado al Canal, mientras que Guyana lidera en el Caribe con un impresionante 3.9%, impulsado por inversiones en petróleo.
En Sudamérica, Brasil, la mayor economía de la región, enfrentará una desaceleración notable. Pasará de un crecimiento del 3.4% en 2024 a un 2.4% en 2025, lastrado por menor inversión y un consumo debilitado. Sin embargo, la reducción de las tasas de interés, que pasaron del 13.75% al 10.5%, podría aliviar las presiones inflacionarias. Perú, con un crecimiento estimado del 2.9%, dependerá de sus inversiones mineras, especialmente en cobre, para mantenerse a flote.
Chile, por su parte, crecerá un modesto 2.1%, apoyado en la recuperación de la demanda interna y las inversiones en minería. Sin embargo, la incertidumbre institucional podría frenar proyectos clave en sectores como la tecnología. Argentina, tras años de dificultades, muestra signos de recuperación, mientras que países como Guyana y República Dominicana mantienen una resiliencia notable frente a los desafíos globales.
El informe del Banco Mundial subraya que América Latina sigue siendo la región de menor crecimiento entre los mercados emergentes. Factores como la baja productividad, una fuerza laboral menos capacitada y el envejecimiento poblacional pesan como anclas. Además, la dependencia de materias primas y la exposición a las economías de Estados Unidos y China aumentan los riesgos. Una desaceleración en China, por ejemplo, podría golpear a países como Chile y Perú, mientras que un menor crecimiento en Estados Unidos afectaría directamente a México y Centroamérica.
A pesar de algunos puntos positivos, como la recuperación argentina o el dinamismo de Guyana, los desafíos estructurales y las tensiones comerciales seguirán marcando el paso. La región necesita diversificar sus economías y apostar por reformas profundas para escapar de este ciclo de crecimiento mediocre. Sin embargo, en un contexto de incertidumbre global, el camino hacia una recuperación sólida parece más lejano que nunca.

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