En un mensaje cargado de esperanza, el arzobispo de Chihuahua hizo un llamado urgente a la comunidad para orar por la paz y la llegada de lluvias que mitiguen la severa sequía que castiga la región. Durante la homilía dominical, el líder religioso no solo pidió por el alivio de las presas agotadas, sino también por un freno a la violencia que sigue ensombreciendo el estado.
La sequía en Chihuahua ha alcanzado niveles críticos, dejando a las presas al borde del colapso. El arzobispo destacó que la falta de agua no es solo un problema ambiental, sino una amenaza directa al bienestar de miles de familias que dependen de la agricultura y el acceso al agua potable. Su mensaje resuena en un momento en que la naturaleza parece no dar tregua.
La violencia, otro flagelo que golpea la región, también fue un punto central en las palabras del arzobispo. Sin señalar culpables, instó a la comunidad a unirse en oración para que la tranquilidad regrese a las calles. Chihuahua ha enfrentado un repunte en hechos violentos, desde asaltos hasta enfrentamientos armados, que mantienen a la población en constante alerta.
El líder religioso subrayó la importancia de la solidaridad entre los chihuahuenses. En su mensaje, recordó que la fe puede ser un pilar para enfrentar las adversidades, tanto las naturales como las causadas por la mano del hombre. La sequía y la inseguridad, dijo, son retos que requieren de una comunidad unida.
El llamado a la lluvia no es solo una súplica espiritual, sino un reflejo de la desesperación por las condiciones extremas. Las presas de la región, vitales para el riego y el consumo humano, están en mínimos históricos. Los agricultores enfrentan pérdidas devastadoras, mientras las autoridades parecen no encontrar soluciones inmediatas.
Por otro lado, la mención de la paz no pasa desapercibida en un estado donde la inseguridad ha escalado. Reportes recientes indican que municipios como Moris enfrentan amenazas directas de grupos criminales, con policías mal equipados y permisos de armas vencidos, lo que agrava la situación.
El arzobispo también hizo un guiño a la responsabilidad colectiva, pidiendo a los fieles reflexionar sobre el cuidado del medio ambiente. La crisis hídrica, señaló, no es solo un capricho del clima, sino también un reflejo del mal manejo de los recursos naturales. Su mensaje busca despertar conciencia en la comunidad.
A pesar de las dificultades, el tono del arzobispo fue de esperanza. Invitó a los chihuahuenses a no perder la fe y a trabajar juntos por un futuro mejor. La oración, dijo, es un primer paso, pero debe ir acompañada de acciones concretas para enfrentar los desafíos actuales.
El mensaje del arzobispo llega en un momento crucial, cuando Chihuahua enfrenta una doble crisis: la falta de agua y la inseguridad. Sus palabras buscan ser un faro de luz para una comunidad que, entre la incertidumbre y el temor, anhela soluciones y un respiro ante tantas adversidades.

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Arzobispo clama por paz y lluvia ante la crisis que azota Chihuahua
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