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Incendios arrasan Chihuahua: la sierra en llamas y la respuesta gubernamental bajo la lupa

En el estado de Chihuahua, la situación es crítica: 11 incendios forestales activos están consumiendo los bosques de la sierra, según el reporte más reciente de la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR). Los municipios afectados incluyen Morelos, Moris, Guadalupe y Calvo, Balleza, Batopilas, Bocoyna, Urique y Madera, donde las llamas han devastado miles de hectáreas de ecosistemas vitales.
Estos incendios, que han puesto en jaque a las autoridades locales, están siendo combatidos por 126 brigadistas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la SDR, Protección Civil Estatal y brigadas comunitarias. Sin embargo, la magnitud de los siniestros plantea serias dudas sobre la efectividad de las estrategias de prevención y respuesta del gobierno estatal.
La sequía extrema que azota Chihuahua, con el 61% del territorio en condiciones de aridez excepcional, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ha agravado la situación. La falta de lluvias y las altas temperaturas han convertido a la sierra en un polvorín, donde cualquier chispa puede desencadenar una catástrofe.
En lo que va del 2025, Chihuahua ha registrado 502 incendios forestales, de los cuales 492 han sido liquidados. Sin embargo, los 11 siniestros activos demuestran que la temporada de incendios está lejos de terminar. Las áreas protegidas, como el Cerro Mohinora y la zona de Tutuaca, han sufrido daños irreparables, afectando la biodiversidad y los medios de vida de comunidades locales.
El gobierno estatal ha destacado la coordinación entre dependencias para enfrentar la crisis, pero la realidad en el terreno cuenta otra historia. Los brigadistas, aunque valientes, enfrentan condiciones adversas con recursos limitados, lo que pone en evidencia la falta de preparación para una temporada de incendios que se anticipaba crítica.
Las causas de estos incendios, según Conafor, incluyen actividades agrícolas, fogatas mal apagadas e incluso incendios intencionales. Esta situación refleja una preocupante falta de conciencia ciudadana, pero también la ausencia de campañas efectivas de prevención por parte de las autoridades.
En municipios como Guadalupe y Calvo, donde se concentran varios de los incendios, las comunidades locales han perdido tierras productivas y enfrentan riesgos directos a su seguridad. La respuesta gubernamental, aunque activa, no parece suficiente para contener la magnitud del desastre ambiental.
La devastación en Chihuahua no es solo una tragedia ecológica, sino también un recordatorio de la vulnerabilidad de la sierra ante el cambio climático y la inacción prolongada. Mientras las llamas siguen avanzando, la ciudadanía espera respuestas más contundentes para proteger el patrimonio natural del estado.

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