La frontera entre México y Estados Unidos sigue cerrada para la exportación de ganado, y ahora empresarios estadounidenses alzan la voz para exigir su reapertura. La suspensión, vigente desde el 11 de mayo, responde a la presencia del gusano barrenador en el sur de México, un parásito que ha encendido las alarmas en ambos países.
La medida ha golpeado duramente a los ganaderos mexicanos, especialmente en Chihuahua, principal estado exportador de ganado a Estados Unidos. Según la Unión Ganadera Regional de Chihuahua, el cierre ha dejado varadas miles de cabezas de ganado, con pérdidas millonarias que afectan a productores y comunidades enteras.
En Estados Unidos, los distribuidores también sienten el impacto. La escasez de carne mexicana ha generado desabasto en algunos mercados, lo que ha llevado a empresarios a presionar a su gobierno para encontrar una solución. Argumentan que el ganado mexicano es esencial para mantener la estabilidad en la oferta de carne.
El gobierno mexicano, encabezado por Claudia Sheinbaum, no ha logrado destrabar la situación. A casi un mes del cierre, la presidenta ha admitido que no hay una fecha definida para reanudar las exportaciones. Esta falta de claridad ha generado críticas entre los ganaderos, quienes acusan al gobierno de no actuar con la urgencia necesaria.
La Secretaría de Agricultura, a cargo de Julio Berdegué, ha intentado negociar con autoridades estadounidenses, pero los avances son lentos. La semana pasada, una misión de expertos de Estados Unidos evaluó las medidas sanitarias en México, aunque los resultados aún no se han hecho públicos.
El problema del gusano barrenador no es nuevo. Desde 2024, el parásito ha avanzado desde Centroamérica, lo que llevó a México a declarar una emergencia sanitaria en el sur del país. Chihuahua, sin embargo, mantiene su estatus libre de esta plaga, lo que ha llevado a propuestas para tratar al estado como una región aparte en las negociaciones.
Los ganaderos mexicanos enfrentan un panorama complicado. Vender en el mercado nacional no es una opción viable, ya que los precios son hasta un 40 por ciento menores que en Estados Unidos. Esta diferencia, sumada a los costos de mantener el ganado en la frontera, está asfixiando al sector.
Mientras tanto, en Chihuahua, las autoridades locales han reforzado los controles sanitarios para garantizar que el estado siga libre del gusano barrenador. Sin embargo, sin una solución a nivel federal, los productores temen que las pérdidas sigan acumulándose.
La situación pone en evidencia la fragilidad de la relación comercial entre México y Estados Unidos en el sector ganadero. Ambos países dependen mutuamente, pero la falta de coordinación y la lentitud en las respuestas han agravado la crisis.
El futuro de las exportaciones ganaderas sigue en el aire, y con él, el sustento de miles de familias mexicanas. La presión de los empresarios estadounidenses podría ser un punto de inflexión, pero todo depende de las decisiones que tomen los gobiernos en los próximos días.

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Empresarios de EU exigen reabrir la importación de ganado mexicano
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