En un revés contundente, Roberto Alcoverde, conocido como el “Narcoverde” o “Valeverde”, no logró convencer al electorado en la elección judicial extraordinaria de 2025. Este juez de distrito, aspirante a magistrado de circuito, quedó fuera de la contienda en medio de serias acusaciones que lo señalan como un personaje ligado a la corrupción y al crimen organizado.
Las urnas hablaron claro el pasado 1 de junio. Los ciudadanos de Chihuahua, hartos de la impunidad, rechazaron a Alcoverde, cuya trayectoria está manchada por decisiones judiciales cuestionables. Según denuncias públicas, este juez ha favorecido a imputados vinculados al narcotráfico, absolviéndolos en casos que han indignado a la sociedad.
El proceso electoral judicial, el primero de su tipo en México, permitió a la ciudadanía elegir directamente a los integrantes del Poder Judicial. Alcoverde, quien buscaba un ascenso en su carrera, no cumplió con las expectativas de un electorado que exige transparencia y ética en la impartición de justicia.
Las críticas contra el “Narcoverde” no son nuevas. Durante años, su nombre ha estado envuelto en controversias, desde resoluciones judiciales polémicas hasta señalamientos de colusión con grupos criminales. Estas acusaciones, ampliamente difundidas en Chihuahua, pesaron en la decisión de los votantes.
El caso de Alcoverde no es aislado. En el mismo proceso electoral, otro candidato, Gerardo Ontiveros, también fue rechazado por los electores. Ontiveros, juez de lo familiar, enfrenta denuncias por ejercicio indebido y conflictos personales que cuestionan su capacidad para ocupar un cargo judicial.
La elección judicial de 2025 ha sido un parteaguas en México. Por primera vez, los ciudadanos tuvieron el poder de decidir quiénes integrarán la Suprema Corte, el Tribunal Electoral y otros cargos clave. En Chihuahua, el mensaje fue claro: no hay espacio para jueces con antecedentes turbios.
Este resultado refleja el hartazgo social ante la corrupción en el Poder Judicial. Los votantes demostraron que no están dispuestos a tolerar a figuras como Alcoverde, cuya reputación está lejos de los estándares de honestidad que exige la justicia mexicana.
La derrota del “Narcoverde” es una advertencia para otros funcionarios judiciales. La ciudadanía, ahora con el poder del voto, está vigilante y dispuesta a castigar a quienes traicionen la confianza pública. El proceso electoral judicial de 2025 marca un antes y un después en la lucha contra la impunidad.
Mientras tanto, el panorama político y judicial en México sigue agitado. La presidenta Claudia Sheinbaum celebró la jornada electoral como un triunfo de la democracia, aunque no se pronunció sobre casos específicos como el de Alcoverde. Su silencio ha generado críticas en redes sociales.
El futuro del Poder Judicial está en manos de los ciudadanos. La elección de 2025 demostró que la sociedad mexicana está lista para exigir cuentas y rechazar a quienes, como el “Narcoverde”, representan lo peor de un sistema judicial que necesita renovarse urgentemente.