La secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, ha quedado en el centro de la polémica tras afirmar que los museos bajo su gestión estaban abiertos al público. Sin embargo, la realidad es otra: los recintos culturales permanecen cerrados, sumidos en un caos administrativo que pone en entredicho su capacidad para liderar el sector cultural del país.
Joaquín López-Dóriga, reconocido periodista, visitó personalmente varios museos y constató que las puertas están cerradas. Esta contradicción entre las declaraciones de Curiel de Icaza y la situación real ha generado cuestionamientos sobre la transparencia del gobierno de Claudia Sheinbaum. ¿Cómo es posible que una funcionaria de alto nivel haga afirmaciones tan alejadas de la verdad?
El desastre administrativo en la Secretaría de Cultura no es un hecho aislado. Desde el inicio de la actual administración, se han señalado problemas en la gestión de recursos y la falta de claridad en las políticas culturales. Los museos, que deberían ser un pilar para preservar el patrimonio nacional, enfrentan ahora un abandono que pone en riesgo su función.
La declaración de Curiel de Icaza, quien aseguró en un evento público que los museos operaban con normalidad, ha sido calificada como una mentira flagrante. Esta situación no solo afecta la credibilidad de la secretaria, sino que también salpica a la presidenta Sheinbaum, quien parece haber sido engañada por su propia colaboradora.
El periodismo ha jugado un papel clave en destapar esta incongruencia. La visita de López-Dóriga a los recintos culturales evidenció el cierre de espacios emblemáticos, lo que contradice el discurso oficial de la Secretaría de Cultura. Este episodio pone en duda la capacidad del gobierno para comunicar con honestidad.
La cultura, un sector que debería ser prioritario para un país con la riqueza histórica de México, está en crisis. Los museos cerrados son solo la punta del iceberg de una gestión que parece incapaz de cumplir con sus promesas. La ciudadanía merece respuestas claras sobre lo que está ocurriendo.
Este escándalo también refleja una falta de coordinación en el equipo de Sheinbaum. Si la secretaria de Cultura puede hacer afirmaciones falsas sin rendir cuentas, ¿qué otras áreas del gobierno podrían estar operando bajo la misma opacidad? La confianza en la administración se tambalea ante estos hechos.
La sociedad mexicana espera que la presidenta tome medidas firmes para corregir esta situación. La cultura no puede seguir siendo el patio trasero del gobierno, y la transparencia debe ser una prioridad. Por ahora, la mentira de la secretaria sigue resonando como un eco de las promesas incumplidas de la Cuarta Transformación.
El caso de Claudia Curiel de Icaza no es solo un tropiezo administrativo; es un síntoma de los desafíos que enfrenta el gobierno para cumplir con las expectativas de los ciudadanos. La verdad, tarde o temprano, siempre sale a la luz, y en este caso, ha dejado al descubierto las fallas de una gestión que prometió ser diferente.
Mientras los museos permanecen cerrados, la pregunta sigue en el aire: ¿hasta dónde llegará este desorden? La ciudadanía espera no solo explicaciones, sino soluciones concretas para devolverle a la cultura el lugar que merece en el país.

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La mentira de la secretaria que sacude al gobierno de Sheinbaum
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