Adquirir una vivienda en México se ha convertido en una meta casi inalcanzable para muchos. Los precios de las casas y departamentos no dejan de subir, mientras los salarios se quedan estancados. En los últimos años, el costo de los inmuebles ha crecido a un ritmo muy superior al de los ingresos, dejando a miles de familias sin opciones reales para comprar una casa.
En el 2024, los precios de las viviendas en el país aumentaron un 5 por ciento, según datos de plataformas inmobiliarias. Este incremento se suma a una tendencia preocupante: entre 2016 y 2022, los costos de las propiedades se dispararon un 58 por ciento. Mientras tanto, el ingreso promedio de los mexicanos no ha crecido al mismo ritmo, creando una brecha cada vez más grande entre lo que se gana y lo que se necesita para comprar una casa.
En ciudades como Chihuahua, la situación es aún más complicada. El precio por metro cuadrado ha subido más de un 30 por ciento en los últimos dos años, especialmente en áreas urbanas. Esto significa que una vivienda promedio, que cuesta alrededor de 1.7 millones de pesos, está fuera del alcance para quienes ganan un salario medio de entre 15 mil y 18 mil pesos al mes.
Conseguir un crédito hipotecario no es la solución para todos. Aunque instituciones como Infonavit ofrecen financiamiento, los montos que otorgan suelen ser insuficientes para comprar en grandes ciudades. Esto obliga a muchas personas a buscar opciones en zonas periféricas, donde los precios son más bajos, pero la conectividad y los servicios básicos suelen ser deficientes.
Otro factor que complica el panorama es el aumento en los costos de construcción. Desde la pandemia, los precios de los materiales y la mano de obra se han encarecido, lo que ha llevado a los desarrolladores a reducir la construcción de viviendas económicas. En Chihuahua, por ejemplo, la producción de casas cayó un 29 por ciento entre 2021 y 2022, según el Registro Único de Vivienda.
Los expertos advierten que los precios de las viviendas no bajarán en el corto plazo. Por el contrario, se espera que los costos sigan aumentando, aunque a un ritmo más moderado. Esto agrava el déficit de vivienda, especialmente en el segmento de interés social, donde la demanda es alta debido al crecimiento de la población trabajadora.
Para los jóvenes, el panorama es desalentador. Ahorrar lo suficiente para el enganche de una casa puede tomar décadas. Por ejemplo, alguien con un ingreso promedio tendría que ahorrar el 30 por ciento de su salario durante casi 40 años para comprar una vivienda de 2 millones de pesos sin crédito. Incluso con un préstamo a 20 años, las mensualidades pueden superar los 15 mil pesos, una cantidad difícil de cubrir para la mayoría.
Una alternativa que gana terreno es la compra de vivienda used. Hace cinco años, la mayoría de los créditos hipotecarios se destinaban a casas nuevas, pero ahora las propiedades de segunda mano representan una opción más accesible. Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo: la falta de oferta y los precios elevados.
El sector inmobiliario enfrenta retos importantes. Aunque hay planes para impulsar la construcción, como nuevos productos de crédito para terrenos o autoconstrucción, la falta de certeza económica y los aranceles internacionales han frenado las inversiones. Esto afecta la creación de nuevas viviendas y perpetúa el déficit habitacional.
A pesar de estos desafíos, el mercado inmobiliario en estados como Chihuahua muestra cierto dinamismo. La ciudad será sede del Congreso Nacional Inmobiliario AMPI 2025, un evento que reunirá a expertos e inversionistas para discutir el futuro del sector. Sin embargo, mientras los costos sigan subiendo y los ingresos no alcancen, el sueño de tener una casa propia seguirá siendo una meta lejana para muchos mexicanos.

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Cada vez más lejos el sueño de la casa propia en México
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