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La UNAM lidera la ciencia detrás del monitoreo de lluvias en México

La Universidad Nacional Autónoma de México está marcando la diferencia en la forma en que entendemos y enfrentamos los fenómenos climáticos en el país. A través de su Observatorio Hidrológico, la UNAM ha implementado un sistema pionero a nivel mundial que mide en tiempo real la intensidad de las lluvias, un avance que está transformando la gestión de eventos climáticos extremos, especialmente en la Ciudad de México.
Este sistema, operado por el Instituto de Ingeniería, cuenta con 55 estaciones de medición estratégicamente ubicadas en la capital. Estas estaciones, alimentadas por energía solar, están equipadas con disdrómetros, dispositivos que utilizan tecnología láser para analizar el tamaño, velocidad y energía de las gotas de lluvia. Los datos recolectados se transmiten a la nube, donde son procesados para generar mapas de precipitación en tiempo real.
Los mapas generados por el Observatorio Hidrológico son una herramienta clave para el Sistema de Aguas de la Ciudad de México. Estos mapas permiten a las autoridades anticiparse a posibles inundaciones y tomar decisiones rápidas para proteger a la población. En un contexto donde las lluvias intensas son cada vez más frecuentes debido al cambio climático, esta tecnología es un paso crucial hacia la resiliencia urbana.
El proyecto, iniciado hace cinco años bajo la dirección de Adrián Pedrozo Acuña, ha registrado eventos de lluvias extremas que han superado los 100 mm de precipitación en algunas zonas de la ciudad. Por ejemplo, en la estación de Acoxpa se han medido hasta 112 mm, equivalente a descargar 112 litros de agua por metro cuadrado. Estos datos son fundamentales para entender la magnitud de los eventos climáticos.
Además del monitoreo, la UNAM ha desarrollado protocolos de actuación frente a lluvias extremas. Desde la limpieza preventiva de drenajes hasta simulacros de evacuación, la universidad está preparada para responder a emergencias. Estos procedimientos no solo protegen a la comunidad universitaria, sino que también sirven como modelo para otras instituciones.
La investigación de la UNAM también ha revelado cómo la urbanización afecta el clima local. El fenómeno de la “isla de calor” en la Ciudad de México, donde las temperaturas urbanas pueden ser hasta 10 grados más altas que en zonas rurales, está modificando los patrones de precipitación. Este hallazgo subraya la importancia de integrar la ciencia en la planeación urbana.
Otro aspecto destacado es la colaboración con el proyecto Quiahua en Veracruz, donde ciudadanos capacitados por la UNAM han monitoreado lluvias en cuencas locales. Este esfuerzo de ciencia ciudadana ha demostrado que las precipitaciones en algunas regiones son mayores a lo reportado por datos oficiales, lo que resalta la necesidad de involucrar a las comunidades en la generación de conocimiento.
El trabajo de la UNAM no solo se limita a la Ciudad de México. Su experiencia en monitoreo climático está siendo compartida con otras regiones del país, contribuyendo a la creación de políticas de conservación y adaptación al cambio climático. La universidad se posiciona como un referente en la lucha contra los efectos de un clima cada vez más impredecible.
Con estos avances, la UNAM demuestra que la ciencia y la tecnología pueden ser aliadas clave para enfrentar los retos del presente. El Observatorio Hidrológico es un ejemplo de cómo la investigación puede traducirse en soluciones prácticas que benefician a la sociedad y protegen a las ciudades frente a los embates del clima.

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