La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de duplicar los aranceles al acero y aluminio al 50% ha desatado una fuerte reacción en México. Esta medida, que entró en vigor el 4 de junio, es calificada como injusta e insostenible por el gobierno mexicano, encabezado por Claudia Sheinbaum. La imposición de estos gravámenes afecta directamente a México, uno de los principales proveedores de estos materiales al mercado estadounidense.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha sido contundente al señalar que esta política carece de lógica. México importa más acero y aluminio de Estados Unidos de lo que exporta, lo que resulta en un superávit comercial para el país vecino. Según Ebrard, imponer aranceles en estas condiciones no tiene sustento económico y perjudica a ambos países, especialmente a industrias clave como la automotriz, la construcción y la electrónica.
Claudia Sheinbaum, desde Palacio Nacional, ha criticado duramente la medida. La presidenta destacó que los aranceles no solo son injustos, sino que también carecen de sustento legal, ya que violan el espíritu del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. Además, cuestionó el argumento de la “seguridad nacional” esgrimido por la administración Trump, recordando la estrecha colaboración bilateral en este tema.
La respuesta del gobierno mexicano no se ha hecho esperar. Sheinbaum anunció una reunión con las cámaras del acero y el aluminio para diseñar estrategias que protejan el empleo y la industria nacional. Esta reunión, programada para el mediodía del 4 de junio, busca unificar esfuerzos ante el impacto económico que los aranceles representan para miles de trabajadores mexicanos.
Por su parte, Marcelo Ebrard tiene programado un viaje a Washington este viernes para negociar con sus contrapartes estadounidenses. El objetivo es claro: lograr que México sea excluido de estos aranceles, como ocurrió con el Reino Unido, que mantiene una tarifa del 25%. Ebrard confía en que los argumentos comerciales de México, respaldados por datos, convenzan a la administración de Trump de revertir esta medida.
El impacto de los aranceles es especialmente preocupante para México, cuyas exportaciones de acero y aluminio a Estados Unidos superan los 20 mil millones de dólares anuales. Sectores estratégicos como el automotriz, que depende en gran medida de la integración comercial con Estados Unidos, podrían enfrentar serias dificultades si no se llega a un acuerdo pronto.
Sheinbaum ha enfatizado que la prioridad del gobierno es proteger a los trabajadores y la industria mexicana. La presidenta subrayó que los aranceles encarecen los costos de producción y afectan la competitividad de México en el mercado global. En este sentido, el gobierno seguirá impulsando el Plan México para fortalecer la economía interna ante estas amenazas externas.
Ebrard ha advertido que los aranceles no solo perjudican a México, sino también a Estados Unidos. La integración económica de América del Norte, especialmente en la industria automotriz, significa que un aumento en los costos afectará a las empresas estadounidenses que operan en México. Según el secretario, esta medida podría ser un “balazo en el pie” para la economía de ambos países.
La colaboración entre México y Estados Unidos en temas como seguridad y migración ha sido reconocida incluso por la Casa Blanca. Sin embargo, la imposición de estos aranceles pone en riesgo la relación comercial entre ambos países. Sheinbaum insistió en que México busca un trato de respeto y de iguales en las negociaciones con Estados Unidos.
El gobierno mexicano mantiene la esperanza de alcanzar un acuerdo que beneficie a ambas naciones. Mientras tanto, la estrategia de México incluye diálogo constante con empresarios y autoridades estadounidenses, así como un enfoque firme para defender los intereses nacionales. La batalla contra estos aranceles apenas comienza, y México está decidido a no ceder ante esta injusticia comercial.