En los vibrantes años 80, San Francisco era un hervidero de rock. Los Metal Mondays, noches dedicadas al género, atraían a bandas legendarias como Scorpions, Iron Maiden y Mötorhead. Metallica, una joven agrupación, se presentó el 29 de noviembre de 1982 en el Waldorf junto a Vicious Rumors y Exodus. Esa noche, un periodista de la prestigiosa revista Kerrang!, Xavier Rusell, quedó impactado por su energía. Al día siguiente, llamó a Londres y aseguró que en una década serían la banda de metal más grande del mundo.
El ascenso de Metallica no fue sencillo. La banda, formada en 1981 por Lars Ulrich y James Hetfield en Los Ángeles, enfrentaba tensiones internas. Dave Mustaine, el carismático guitarrista, era quien presentaba las canciones en el escenario debido a la timidez de Hetfield. Sin embargo, su comportamiento errático y problemas con el alcohol generaban conflictos. Mientras Lars trabajaba en una gasolinera y James en una fábrica de calcomanías, Mustaine vendía hierbas para sobrevivir, siempre acompañado de su pitbull.
Un incidente marcó un punto de inflexión. Durante un ensayo en la casa del bajista Ron McGovney, el perro de Mustaine puso sus patas sobre el auto del músico. James, temiendo que rayara la pintura, lo apartó con la pierna. Esto desató una discusión que escaló a golpes. Mustaine también agredió a McGovney, lo que llevó a su expulsión temporal de la banda. Aunque se disculpó y regresó, las tensiones no desaparecieron.
El demo No Life ‘Til Leather, enviado a fanzines y productores, comenzó a generar revuelo. Metallica captó la atención de Jon Zazula, un emprendedor que abandonó Wall Street para vender discos en su tienda Rock and Roll Heaven. Impactado por la potencia de sus grabaciones, Zazula contactó a Lars para impulsar a la banda. Sin embargo, internamente, los roces con Mustaine eran insostenibles, especialmente con McGovney, quien abandonó el grupo en diciembre de 1982.
La llegada de Cliff Burton como bajista marcó un cambio. Metallica se mudó a San Francisco a petición de Burton, instalándose en la “Mansión Metallica” en Carlson Boulevard. Ahí, con Kirk Hammett reemplazando a Mustaine en abril de 1983, la banda consolidó su formación clásica. Mustaine, tras su salida, formó Megadeth, canalizando su talento en una carrera que lo convertiría en otra leyenda del metal.
El estilo de Metallica, más rápido y agresivo que el de bandas como Judas Priest o Iron Maiden, dio origen al thrash metal. Su primer álbum, originalmente titulado Metal Up Your Ass, fue rechazado por su nombre provocador. Renombrado Kill ‘Em All, incluía canciones como Hit the Lights, compuesta por Hetfield en su banda previa, Leather Charm, pero refinada con aportes de Mustaine y McGovney.
La grabación de Kill ‘Em All reflejó el espíritu crudo de la banda. Aunque Mustaine no participó en el álbum, su huella está en cuatro canciones, como The Mechanix, que luego reescribió para Megadeth. La portada inicial, con una daga en un inodoro, también fue descartada por ser demasiado atrevida, optando por una más comercial. Estas decisiones moldearon un disco que se convirtió en un hito del género.
Metallica no solo creó un nuevo subgénero, sino que redefinió el heavy metal. Su sonido, descrito como más potente y directo, resonó en una audiencia ávida de algo diferente. Conciertos como el del 18 de septiembre de 1982 en The Stone, tras un viaje de seis horas desde Los Ángeles, mostraron su determinación. A pesar de los nervios y una audiencia pequeña, cada presentación los acercaba a la cima.
La “Mansión Metallica” fue testigo de los ensayos que dieron vida a Ride the Lightning y Master of Puppets, álbumes que consolidaron su legado. La salida de Mustaine, aunque dolorosa, fue un catalizador para ambas partes. Mientras Metallica se encaminaba a la grandeza, Mustaine forjó su propio camino con Megadeth, demostrando que el talento y la pasión encuentran su lugar en el rock.