Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.

La educación en México enfrenta retos que no se resuelven solo en las aulas. La participación activa de los ciudadanos en las escuelas es clave para transformar la sociedad desde sus cimientos. Pedro Miguel Funes Díaz reflexiona sobre cómo la escuela no solo educa, sino que moldea ciudadanos conscientes de su responsabilidad social.

La participación en la escuela trasciende asistir a clases o juntas de padres. Se trata de involucrarse en decisiones que impactan la comunidad educativa, desde apoyar proyectos escolares hasta fomentar valores como la solidaridad y el respeto. Estas acciones sientan las bases para una sociedad más justa.
Funes Díaz destaca que la educación cívica, aunque a veces subestimada, es fundamental. En el pasado, materias como el civismo buscaban formar ciudadanos responsables, pero su impacto se diluía si no se reforzaba en casa. La familia sigue siendo el primer espacio donde se cultivan estos valores.
La escuela, como reflejo de la sociedad, debe promover la participación activa. Esto incluye no solo a estudiantes y padres, sino también a maestros y autoridades educativas. Todos tienen un papel en construir un entorno que fomente la verdad, la justicia y la libertad.
Un punto clave es el respeto a la dignidad humana. La educación debe enseñar a los jóvenes a reconocer el valor de cada persona, lo que se traduce en una convivencia más armónica. Este principio, según el autor, es la base para una participación efectiva en la vida social.
La falta de confianza en las instituciones, como la policía o el sistema judicial, afecta también a las escuelas. Restaurar esta confianza requiere que los ciudadanos se involucren activamente en sus comunidades educativas, creando lazos de cooperación y compromiso.
La participación no se limita a lo local. Las escuelas pueden ser espacios para discutir temas globales, como el medio ambiente o los derechos humanos. Esto prepara a los estudiantes para ser ciudadanos del mundo, conscientes de su entorno y sus responsabilidades.
Funes Díaz subraya que la educación no termina en la juventud. Es un proceso continuo que debe adaptarse a los cambios sociales. Las escuelas deben ser lugares de aprendizaje constante, donde todos, sin importar la edad, puedan contribuir al bien común.
La renovación cultural empieza en las aulas. Promover una educación que fomente la participación activa es esencial para superar los retos de México, desde la desigualdad hasta la inseguridad. Las escuelas son el primer paso hacia una sociedad más unida.
En un país con desafíos complejos, la participación en la escuela no es un lujo, sino una necesidad. Es el lugar donde se forman los ciudadanos que decidirán el futuro, y cada esfuerzo cuenta para construir una nación más justa y solidaria.

Compartir:

Noticias Relacionadas