Las fuertes lluvias del lunes por la noche convirtieron, una vez más, la Calzada Ignacio Zaragoza en un auténtico río, dejando a miles de ciudadanos atrapados en el caos. La presidenta Claudia Sheinbaum abordó el tema desde Palacio Nacional, pero sus explicaciones no logran calmar el descontento de quienes enfrentan este problema recurrente en la Ciudad de México.
En la conferencia matutina, Sheinbaum atribuyó las inundaciones a los hundimientos en la zona oriente de la capital, particularmente en Iztapalapa, donde se encuentra esta vialidad. Según la mandataria, la explotación de acuíferos ha generado un hundimiento del suelo de hasta 25 centímetros al año en algunas áreas, lo que agrava la situación en cada temporada de lluvias.
La Calzada Ignacio Zaragoza no solo sufre por los hundimientos. Expertos señalan que el asfalto impermeable impide que el agua regrese al subsuelo, acumulándose en la superficie. A esto se suma la falta de mantenimiento en drenajes y coladeras, que frecuentemente están obstruidos por basura, desde envolturas hasta muebles abandonados.
El Sistema de Transporte Colectivo Metro también se vio afectado. La Línea A, que atraviesa esta vialidad, quedó cerrada en su totalidad el 3 de junio debido a la acumulación de agua. Usuarios reportaron caos, con personas caminando entre encharcamientos y vehículos atrapados, mientras el servicio de transporte público colapsaba.
Sheinbaum anunció que la Línea A será remodelada para mejorar su velocidad, afectada por los hundimientos. Sin embargo, las promesas de mejoras no son nuevas, y los habitantes de la zona oriente, especialmente en Iztapalapa, siguen esperando soluciones concretas que eviten el desastre cada vez que llueve.
Vecinos de colonias como Juan Escutia han salido a las calles a protestar, bloqueando la Calzada Zaragoza para exigir atención. La frustración es evidente: casas inundadas, pertenencias perdidas y una movilidad imposible son el pan de cada día en esta temporada. Las autoridades locales y federales, encabezadas por Morena, parecen no encontrar una respuesta efectiva.
La basura en las calles agrava el problema. El Sistema de Aguas de la Ciudad de México ha señalado que objetos como platos de unicel, botellas y hasta sillones obstruyen el drenaje, impidiendo el flujo del agua. A pesar de las advertencias, la falta de campañas efectivas de limpieza y concientización persiste.
Bomberos y elementos de Protección Civil trabajaron durante la noche para desazolvar coladeras y liberar vialidades, pero los esfuerzos parecen insuficientes. La Secretaría de Seguridad Ciudadana reportó apoyo a los peatones y automovilistas, pero las imágenes de vehículos sumergidos y personas aferrándose a rejas para no ser arrastradas por el agua muestran la magnitud del problema.
Mientras el gobierno promete soluciones a largo plazo, los ciudadanos enfrentan las consecuencias inmediatas. La Calzada Zaragoza, una de las principales arterias de la ciudad, sigue siendo un símbolo de la incapacidad para resolver problemas estructurales que afectan a miles cada temporada de lluvias.