En México, el sistema político parece retroceder a los viejos tiempos del PRI, pero con un nuevo rostro. La transición de poder de Andrés Manuel López Obrador a Claudia Sheinbaum ha desatado críticas que señalan un regreso al autoritarismo disfrazado de democracia. El famoso “dedazo”, práctica que marcó al PRI durante décadas, parece haber resucitado en Morena, con López Obrador entregando el control a su sucesora en un movimiento que muchos consideran una farsa electoral.
La influencia de López Obrador no termina con su sexenio. Desde las sombras, el exmandatario sigue moviendo los hilos del poder, con Morena convertido en una maquinaria política bajo el control de su hijo, Andrés Manuel López Beltrán. Este control familiar ha generado acusaciones de nepotismo descarado, recordando los tiempos en que el PRI dominaba México sin contrapesos reales.
El expresidente Ernesto Zedillo, figura clave en la apertura democrática de México hace 25 años, ha levantado la voz contra lo que llama una amenaza al sistema democrático. En una entrevista reciente, Zedillo afirmó que la democracia mexicana “ya murió” y que el país se encamina hacia un Estado policial. Sus palabras han desatado la furia del gobierno actual, que lo acusa de estar desinformado y hasta de vínculos improbables con el narcotráfico.
El gobierno de Sheinbaum no se quedó de brazos cruzados ante las críticas de Zedillo. En un movimiento que muchos ven como una cortina de humo, el Senado, dominado por Morena, emitió un pronunciamiento para investigar a Zedillo por el caso Fobaproa, un rescate bancario de los noventa que sigue siendo polémico. Sin embargo, las acusaciones contra Zedillo carecen de sustento sólido, y los críticos señalan que es una maniobra para desviar la atención de los problemas actuales.
Uno de los puntos más alarmantes es la reforma al Poder Judicial, que está a semanas de consolidarse. Esta iniciativa, impulsada por Morena, busca someter a los jueces a elecciones populares, lo que muchos expertos ven como un intento de controlar el último bastión de independencia en el gobierno. La desaparición de los contrapesos entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial pone en riesgo la legalidad y la democracia, según Zedillo.
Otro escándalo reciente involucra al artículo 109 de la Ley de Telecomunicaciones, una propuesta que otorgaría al gobierno facultades para censurar contenido en internet. Tras ser denunciada por el senador Ricardo Anaya, Sheinbaum ordenó una “pausa” en la iniciativa, pero la desconfianza persiste. La ambigüedad de la redacción y la falta de transparencia sugieren un intento de limitar la libertad de expresión.
La narrativa oficial de Morena no ha convencido a todos. En redes sociales, memes y comentarios han ridiculizado la relación entre Sheinbaum y López Obrador, comparándola con un títere y su titiritero. Incluso se han viralizado imágenes de Zedillo y AMLO juntos en el pasado, con leyendas que acusan al expresidente de nexos con el crimen organizado, algo que carece de pruebas creíbles.
Mientras tanto, la inseguridad en el país sigue siendo un tema candente. A pesar de los operativos recientes contra el crimen organizado, como el “Enjambre” en el Estado de México, las críticas señalan que estas acciones son superficiales y no atacan a los verdaderos líderes del narcotráfico. La estrategia de “abrazos, no balazos” de AMLO parece seguir vigente, a pesar de las promesas de cambio.
El panorama político mexicano está en un punto crítico. Las reformas impulsadas por Morena y la falta de contrapesos amenazan con consolidar un poder autoritario. Las palabras de Zedillo resuenan como un eco del pasado, recordándonos que la democracia, aunque joven, es frágil y puede desmoronarse si no se protege.
La pregunta que queda en el aire es si México podrá recuperar el rumbo democrático que Zedillo ayudó a trazar hace un cuarto de siglo, o si el país seguirá cayendo en un sistema donde el poder se concentra en unas pocas manos. La respuesta, por ahora, parece estar en las manos de Morena y su maquinaria política.