En un contexto de creciente violencia, los migrantes que intentan cruzar de manera irregular hacia Estados Unidos enfrentan una amenaza constante: el crimen organizado. Grupos delictivos operan sin control en la frontera norte, especialmente en Ciudad Juárez, donde golpean, amenazan y extorsionan a quienes buscan una nueva vida al otro lado del río Bravo.
Reportes recientes señalan que estos grupos no solo intimidan, sino que también controlan las rutas migratorias. Los migrantes son interceptados en carreteras, en trenes de carga o incluso en el desierto, enfrentándose a asaltos y secuestros. La falta de acción efectiva por parte de las autoridades agrava la situación, dejando a estas personas en una vulnerabilidad extrema.
El gobierno de Estados Unidos ha emitido advertencias claras sobre los peligros de migrar ilegalmente. A través de videos animados difundidos en redes sociales, se alerta que los cárteles exigen pagos para permitir el paso, separan familias y, en muchos casos, obligan a los migrantes a trabajar para ellos bajo amenazas de violencia.
Uno de los delitos más recurrentes es el secuestro. Los criminales retienen a los migrantes hasta que sus familias pagan rescates, aprovechándose de su desprotección. Las autoridades mexicanas, según denuncias, no han logrado frenar estas prácticas, y en algunos casos, se reporta indiferencia o incluso complicidad de ciertos elementos.
Organizaciones civiles en Ciudad Juárez han calificado el 2024 como uno de los años más violentos para los migrantes. Además de los secuestros, se han documentado robos, agresiones físicas y violaciones a los derechos humanos. Los albergues en la frontera reportan un aumento en la desesperación de quienes buscan cruzar, atrapados entre la violencia y la incertidumbre.
La situación se complica con las políticas migratorias de ambos países. Mientras Estados Unidos advierte que cruzar sin documentos puede resultar en prohibiciones de reingreso por cinco años, en México las detenciones arbitrarias por parte del Instituto Nacional de Migración han sido denunciadas por organizaciones de derechos humanos.
En este escenario, los migrantes enfrentan no solo el peligro de los grupos criminales, sino también la falta de apoyo institucional. La esperanza de llegar a su destino se desvanece para muchos, que quedan varados en un entorno de violencia y abandono.
Ante este panorama, la frontera norte se consolida como un corredor de alto riesgo, donde la vida de miles de personas está a merced de la delincuencia organizada. La ausencia de estrategias efectivas para garantizar su seguridad pone en evidencia un problema que no puede seguir siendo ignorado.

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Crimen organizado acecha a migrantes en la frontera norte
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