El Parque Revolución, conocido como Parque Rojo, en Guadalajara, cerró sus puertas para una remodelación que busca dejarlo listo para el Mundial de Futbol 2026. Este espacio, ubicado en el cruce de las avenidas Juárez y Federalismo, era el sustento de más de mil comerciantes que cada sábado instalaban sus puestos. Ahora, el Ayuntamiento de Guadalajara, encabezado por Morena, ha decidido reubicarlos, pero la solución genera dudas entre los afectados.
Desde el pasado 24 de abril, el Parque Rojo fue cercado con mallas metálicas para iniciar los trabajos de mantenimiento. La obra, con un costo de 23 millones de pesos, forma parte de un proyecto más amplio de renovación urbana en el Centro Histórico de Guadalajara. Este plan, impulsado por el gobierno municipal y el estatal, busca mejorar la imagen de la ciudad para el FIFA Fan Fest del Mundial 2026, un evento que atraerá a miles de turistas.
La reubicación de los comerciantes se ha centrado principalmente en el Tianguis Cultural, ubicado en el Parque Juárez. Hasta el momento, 360 vendedores han aceptado instalarse en este nuevo espacio, según informó Manuel Romo Parra, secretario general del Ayuntamiento. Sin embargo, los comerciantes señalan que las ventas en el Tianguis Cultural apenas alcanzan el 10% de lo que obtenían en el Parque Rojo, lo que pone en riesgo su economía.
El proceso no ha estado exento de tensiones. A lo largo de las últimas semanas, grupos de comerciantes se manifestaron en el cruce de Federalismo y Juárez, exigiendo soluciones viables. Algunos incluso bloquearon avenidas y colocaron sus puestos en la vía pública como medida de presión. Las protestas llegaron a su punto más álgido el 18 de mayo, cuando nueve personas fueron detenidas tras enfrentamientos con la policía.
El Ayuntamiento insiste en que ha mantenido un diálogo constante con los comerciantes. Desde abril, se instalaron mesas de trabajo para negociar opciones de reubicación. Además del Tianguis Cultural, se ofrecieron espacios en otros tianguis y mercados municipales, e incluso facilidades para que algunos comerciantes migren al comercio formal. Sin embargo, un grupo reducido sigue resistiéndose a estas alternativas, argumentando que no son suficientes para mantener sus ingresos.
Los comerciantes del Parque Rojo no son un simple tianguis. Durante cinco años, han construido una comunidad sólida y autogestiva, liderada por coordinadores elegidos por ellos mismos. Este modelo incluye cooperación para apoyar a compañeros en emergencias, como despensas o gastos médicos, sin cobrar cuotas por los espacios. Para muchos, el Parque Rojo no solo era un lugar de trabajo, sino un símbolo de resistencia y solidaridad.
La administración de Verónica Delgadillo, alcaldesa de Guadalajara, asegura que las obras son necesarias para mejorar los espacios públicos y preparar la ciudad para un evento de talla internacional. Sin embargo, los comerciantes critican la falta de socialización previa del proyecto. Aseguran que, durante años, las autoridades los toleraron sin regularizar su situación, y ahora los desplazan sin una alternativa que garantice su subsistencia.
El caso del Parque Rojo pone en evidencia un dilema mayor: el equilibrio entre el desarrollo urbano y el sustento de comunidades vulnerables. Mientras el gobierno tapatío apuesta por embellecer la ciudad para el Mundial, los comerciantes luchan por mantener un espacio que les permitió salir adelante. La pregunta sigue en el aire: ¿es esta reubicación una solución justa o solo un maquillaje urbano para impresionar a los visitantes?
A pesar de los acuerdos alcanzados, la inconformidad persiste. Los comerciantes piden mayor difusión para el Tianguis Cultural y mejoras en el lugar para atraer más clientes. Mientras tanto, las obras en el Parque Rojo avanzan, y la ciudad se prepara para un evento que promete beneficios económicos, pero que, por ahora, deja a cientos de familias en la incertidumbre.