La ciudad de Reynosa, Tamaulipas, sigue sumida en un clima de terror tras el asesinato de cinco integrantes de la banda musical Grupo Fugitivo. Los hechos, ocurridos el pasado 25 de mayo, han dejado una marca imborrable en la comunidad artística local. La violencia no cesa, y ahora, un cantante ha roto el silencio al denunciar un intento de extorsión que pone en evidencia la inseguridad desbordada en la región.
Beto Quintanilla Jr., conocido exponente de corridos norteños e hijo del fallecido cantante Beto Quintanilla, hizo pública una llamada telefónica que recibió desde un número local de Reynosa. En la grabación, una voz anónima le exigía dinero a nombre de un grupo criminal, solicitando un porcentaje de sus ganancias pasadas y futuras por sus presentaciones. La amenaza, clara y directa, buscaba intimidarlo para que pagara a cambio de poder seguir trabajando sin problemas.
El cantante compartió fragmentos de la conversación, donde los extorsionadores aseguraban que “antes nadie te ha molestado, se te ha dejado trabajar sin pedirte nada a cambio”. Estas palabras reflejan una estrategia común de los grupos delictivos que operan en la zona, quienes aprovechan el miedo para imponer su control. Quintanilla Jr. no es el único afectado; otros artistas y agrupaciones musicales de Reynosa han reportado llamadas similares en los últimos días.
El asesinato de los cinco miembros de Grupo Fugitivo, una banda de música norteña que debutó en 2023, marcó un punto de inflexión. Los músicos fueron citados a una supuesta presentación privada en la colonia Riberas de Rancho Grande, pero todo resultó ser una trampa. La Fiscalía de Tamaulipas confirmó que los jóvenes fueron secuestrados, asesinados a balazos y sus cuerpos calcinados en un predio de la colonia Aquiles Serdán.
Las autoridades han detenido a 12 personas presuntamente vinculadas al caso, incluyendo a un sujeto identificado como “Jimmy” o “Metro-47”, señalado como el autor intelectual del crimen. Según la Fiscalía, los responsables forman parte de Los Metros, una célula del Cártel del Golfo que opera en Reynosa. Sin embargo, las familias de las víctimas han cuestionado la investigación, denunciando que no se han realizado pruebas de ADN para confirmar la identidad de los cuerpos.
La tía de uno de los músicos asesinados, Clara M. Lizcano, también denunció un intento de extorsión. A través de redes sociales, reveló que recibió mensajes desde una cuenta que usaba el nombre y la foto de su sobrino, exigiendo grandes sumas de dinero para supuestamente “liberar” a los músicos. Lizcano calificó estas acciones como un intento de lucrar con el dolor de las familias, que aún buscan respuestas y justicia.
La ola de violencia en Tamaulipas no da tregua, y el caso de Grupo Fugitivo es solo un reflejo de la impunidad que reina en la región. Los artistas, quienes deberían llevar alegría a través de su música, ahora viven bajo la sombra del miedo. La falta de acciones efectivas por parte de las autoridades para frenar a los grupos criminales sigue siendo un reclamo constante de la ciudadanía.
Mientras tanto, la camioneta de la banda fue encontrada abandonada, sin los logotipos que la identificaban, a varios kilómetros del lugar donde se perdió el contacto con los músicos. Este detalle, junto con la ausencia de respuestas claras, ha generado más dudas que certezas entre los familiares, quienes exigen justicia y claridad en las investigaciones.
El caso de Grupo Fugitivo no solo ha conmocionado a Reynosa, sino que ha encendido las alarmas sobre la vulnerabilidad de los artistas en zonas controladas por el crimen organizado. La música, que debería ser un refugio, se ha convertido en un blanco más de la delincuencia. La comunidad artística espera que este trágico episodio impulse medidas reales para garantizar su seguridad.
La situación en Reynosa es un recordatorio de los retos que enfrenta México en materia de seguridad. Los ciudadanos, artistas y familias afectadas claman por un alto a la violencia, mientras las autoridades parecen incapaces de contener la escalada de crímenes. La pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo seguirá esta pesadilla?