En las recientes elecciones municipales de Durango y Veracruz, el partido Morena enfrentó un duro revés que pone en entredicho su capacidad para consolidar el poder en estos estados. A pesar de los esfuerzos de su dirigencia nacional, encabezada por Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán, el partido guinda no logró los resultados esperados y cedió terreno frente a la oposición, que mostró una resistencia inesperada.
En Durango, donde el priista Esteban Villegas gobierna, Morena no solo fracasó en su intento de avanzar en los comicios locales, sino que cayó al tercer lugar en la contienda por la capital. José Ramón Enríquez, candidato morenista, no pudo contra la maquinaria de la alianza PAN-PRI, que mantuvo su control en la región. La derrota en la capital duranguense es un golpe significativo para las ambiciones del oficialismo.
En Veracruz, los resultados no fueron más alentadores para Morena. Aunque el partido se perfilaba como favorito en el puerto de Veracruz, perdió 45 municipios en comparación con las elecciones de 2022. La competencia en Boca del Río, un bastión histórico del PAN, fue especialmente reñida, y los resultados preliminares sugieren que el desenlace podría definirse en los tribunales.
Luisa María Alcalde, líder nacional de Morena, intentó minimizar el impacto de las derrotas. En conferencia de prensa, afirmó que su candidata en Boca del Río, Bertha Ahued, superó a la panista Maryjose Gamboa, aunque no presentó datos concretos que respaldaran sus declaraciones. La falta de evidencia clara alimentó las dudas sobre la solidez de las afirmaciones del partido.
En Durango, la coalición PAN-PRI se mantuvo como una fuerza dominante, especialmente en municipios clave como Lerdo, donde Morena nuevamente no logró imponerse. La oposición, respaldada por el gobernador Villegas, capitalizó su control local y las acusaciones de corrupción cruzadas durante la campaña, lo que limitó el avance del partido guinda.
Por su parte, en Veracruz, Morena logró mantener el control en algunos municipios importantes, como el puerto de Veracruz y Xalapa, pero su crecimiento fue prácticamente nulo en comparación con elecciones anteriores. La gobernadora Rocío Nahle, de Morena, aseguró que los resultados serían respetados, aunque la oposición, liderada por el PAN y Movimiento Ciudadano, recuperó terreno significativo.
La jornada electoral también estuvo marcada por controversias. En Durango, Morena denunció detenciones de sus representantes, incluyendo un incidente en Lerdo donde policías municipales intentaron arrestar al coordinador de campaña de la candidata Flora Leal. Estos hechos fueron calificados por Alcalde como una “elección de Estado”, acusando al gobierno local de intimidación.
En el caso de Santiago Papasquiaro, Durango, la candidata morenista Karen Pérez fue detenida por presuntos delitos electorales, aunque el partido justificó que los recursos en su posesión eran lícitos. Estas acusaciones y contraacusaciones empañaron una jornada que ya de por sí mostró la fragilidad de Morena en estas regiones.
La oposición, por su parte, celebró los resultados. El PAN, liderado por Jorge Romero, anunció triunfos en Durango capital y Boca del Río, mientras que Movimiento Ciudadano sorprendió en Veracruz al incrementar su presencia de 10 a 40 municipios. Estos avances muestran que la oposición aún tiene fuerza para desafiar al oficialismo.
En resumen, las elecciones en Durango y Veracruz dejaron en claro que Morena no tiene el control absoluto que esperaba. Las derrotas en municipios clave, sumadas a las controversias electorales, exponen las debilidades de un partido que busca consolidarse como la fuerza dominante en México, pero que enfrenta una resistencia cada vez más organizada.

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Morena pierde terreno en Durango y Veracruz en una jornada electoral que sacude al oficialismo
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