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Horror en Abasolo: La tierra se tragó al “endiablado” en un castigo sobrenatural

En un pequeño pueblo de Abasolo, Guanajuato, los habitantes vivieron un episodio que parece sacado de una pesadilla. Un hombre, conocido por su crueldad y vicios, fue tragado por la tierra en un suceso que marcó para siempre a la comunidad. La historia, que aún resuena en las memorias de los lugareños, relata un castigo divino que dejó a todos sin palabras.
El hombre, apodado el “endiablado” por los vecinos, era temido por sus actos. Se dice que maltrataba a su madre, una anciana viuda que apenas sobrevivía lavando y planchando ropa ajena. Su vida era un tormento, pues su hijo le exigía dinero para alimentar sus excesos. Nadie recuerda su nombre, pero todos coinciden en que su comportamiento era despreciable.
Una noche, tras una de sus brutales agresiones, el hombre salió al patio de una humilde vecindad. De pronto, un estruendo sacudió el lugar, como si el cielo mismo rugiera. El suelo se abrió en una grieta profunda, y el hombre cayó sin remedio, quedando atrapado con solo su cabeza fuera de la tierra. Los testigos no podían creer lo que veían.
La escena era aterradora. La cabeza del “endiablado” sobresalía del suelo, con los ojos hinchados y llenos de sangre, moviéndose de un lado a otro. Su boca se abría y cerraba en muecas grotescas, pero ningún sonido salía de ella. Los habitantes, horrorizados, no podían apartar la mirada de aquel espectáculo macabro.
Las autoridades locales, junto con el cura y el presidente municipal, decidieron que aquello era un escarmiento divino. Organizaron filas para que los habitantes pasaran frente al hombre atrapado, como una lección contra el vicio y la maldad. La gente, entre rezos y santiguadas, observaba con temor y asombro.
Doña Cata, una anciana del pueblo, relataba este suceso con convicción. Aseguraba haberlo visto con sus propios ojos cuando era niña. “No lo pongas en duda, m’hijo, que yo lo vi”, decía a su hijo, quien escuchaba incrédulo. La historia se convirtió en una leyenda que marcó generaciones en Abasolo.
El castigo no terminó ahí. Después de que todos los habitantes pasaron a ver al “endiablado”, un segundo trueno retumbó en el pueblo. La tierra se abrió nuevamente, y esta vez se tragó por completo al hombre, que desapareció para siempre. No quedó rastro de él, solo el eco de su terrible destino.
Este suceso, narrado por los mayores del pueblo, dejó una huella imborrable. Para los campesinos de Abasolo, fue una advertencia clara: el mal tiene consecuencias. La historia del “endiablado” sigue siendo contada, alimentando las pesadillas de quienes la escuchan.
Aún hoy, los habitantes de Abasolo recuerdan aquel patio donde la tierra se abrió. Algunos aseguran que, en noches silenciosas, aún se escuchan ecos de aquel trueno. La leyenda del “endiablado” permanece como un recordatorio de que, a veces, la justicia llega de formas inesperadas.

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