En un hecho escalofriante, desconocidos dejaron hieleras con cabezas y patas de cerdo y gallinas en varios puntos de Ciudad Juárez, Chihuahua, durante la jornada electoral del 1 de junio de 2025.
El mensaje en las hieleras era claro y perturbador: “Si votan van a tener consecuencias”. Estas amenazas buscaban intimidar a los ciudadanos que acudieron a las urnas para participar en la elección judicial, un proceso histórico en México.
La primera hielera fue encontrada en la colonia Fronteriza, frente a la escuela primaria Octavio Paz, cerca de una casilla electoral. Vecinos alertaron a las autoridades, y de inmediato acudieron elementos de la Policía Municipal, Estatal y la Guardia Nacional.
Otra hielera, según reportes no confirmados, contenía restos que parecían humanos, aunque las autoridades no han verificado esta información. El hallazgo de estos contenedores en tres calles distintas generó temor entre la población.
La jornada electoral, marcada por la elección de 881 cargos del Poder Judicial, ya estaba bajo escrutinio por su complejidad y baja participación ciudadana. Estas amenazas añaden un capítulo oscuro a un proceso que buscaba ser un ejercicio democrático.
En Camargo, Chihuahua, la situación no fue menos alarmante. Policías municipales intervinieron un salón de eventos usado como “búnker” de presuntos mapaches electorales, deteniendo a 10 personas, incluido un ex candidato a alcalde.
Las autoridades locales confirmaron que las detenciones se realizaron por posibles delitos electorales, como incitar a votar por candidatos específicos. Este operativo refleja la tensión que rodeó la jornada en varias zonas del estado.
La inseguridad en Chihuahua, una vez más, pone en evidencia la fragilidad del sistema electoral ante actos de intimidación. La falta de medidas efectivas para garantizar la seguridad de los votantes levanta serias dudas sobre la protección en comicios futuros.
Este incidente no solo empaña la elección judicial, sino que también expone los retos que enfrenta México para consolidar procesos democráticos libres de violencia y coerción.
La ciudadanía, atrapada entre el deber cívico y el miedo, se pregunta si estos actos quedarán impunes o si las autoridades tomarán medidas contundentes para evitar que se repitan.