La situación del agua en Chihuahua se agrava día con día, especialmente en regiones agrícolas como Jiménez, donde los pozos han sido explotados hasta el límite. Actualmente, los productores deben perforar a profundidades de entre 400 y 600 metros para extraer agua, utilizando potentes motores de 400 a 450 caballos de fuerza que consumen enormes cantidades de energía eléctrica. Esta sobreexplotación ha llevado a una reducción drástica en los niveles de agua subterránea, poniendo en riesgo la producción agrícola.
En municipios como Rosales, la crisis también afecta el suministro de agua potable. Los pozos en esta zona apenas extraen entre 4 y 15 litros por segundo, lo que dificulta mantener la presión adecuada para abastecer a los hogares. Las autoridades locales enfrentan el reto de garantizar que el agua potable no se desvíe hacia actividades agrícolas, como el riego de nogaleras, lo que agrava la escasez en las comunidades.
En Saucillo, las comunidades rurales enfrentan problemas similares. La falta de agua está impactando no solo la agricultura, sino también la vida cotidiana de los habitantes. En Julimes, por ejemplo, los hogares con ganado de traspatio dependen del mismo suministro de agua potable, lo que genera tensiones entre las necesidades domésticas y las productivas.
Mariano Jáquez, experto en el tema, advirtió que la situación se está tornando crítica en varias zonas del estado. La sobreexplotación de los pozos, combinada con la sequía persistente, ha reducido los niveles de agua subterránea hasta en un 50% en algunos casos. Esto pone en peligro no solo la producción de cultivos, sino también la sostenibilidad de las comunidades que dependen de estos recursos.
La falta de un ciclo agrícola regular en 2025, confirmada por el secretario de Desarrollo Rural del estado, Mauro Parada, agrava aún más el panorama. Las principales presas de Chihuahua no cuentan con los niveles de agua necesarios para sostener la agricultura, lo que ha llevado a los productores a priorizar cultivos perennes que puedan regarse con pozos de auxilio. Sin embargo, esta estrategia no es suficiente para mitigar el impacto.
El sector agrícola, vital para la economía de Chihuahua, enfrenta un futuro incierto. La entidad es líder nacional en la producción de cultivos como alfalfa, algodón y avena, pero la crisis hídrica amenaza con reducir significativamente la superficie cultivada. En distritos de riego como el 005, que abarca Delicias y Camargo, se espera una reducción de entre 40 y 65% en la siembra, afectando especialmente la producción de alfalfa para el ganado lechero.
A esto se suman los problemas de infraestructura eléctrica. Los apagones recientes, reportados por productores en el centro-norte del estado, han interrumpido el funcionamiento de los pozos, causando retrasos en el riego y daños en los equipos de bombeo. Aunque se han gestionado soluciones temporales con la Comisión Federal de Electricidad, la incertidumbre persiste.
La crisis hídrica no solo afecta a los agricultores, sino también a la población urbana. En varios municipios, la presión del agua en los hogares es insuficiente, lo que genera molestias y dificultades para las familias. Las juntas municipales de agua luchan por equilibrar el suministro entre las necesidades domésticas y las demandas del sector agrícola.
Ante este escenario, las autoridades estatales y los productores buscan soluciones a corto plazo, como la entrega de infraestructura hidroagrícola y la priorización de cultivos menos demandantes de agua. Sin embargo, sin precipitaciones significativas o una estrategia integral para gestionar los recursos hídricos, el futuro de la agricultura en Chihuahua sigue en riesgo.
La ciudadanía y los productores esperan medidas efectivas para enfrentar esta crisis que amenaza la economía y la calidad de vida en la región. La situación actual es un recordatorio de la urgencia de adoptar prácticas sostenibles para preservar los recursos hídricos de Chihuahua.