La presidenta Claudia Sheinbaum anunció que el próximo martes México insistirá ante Estados Unidos para reabrir la frontera al comercio de ganado, cerrada desde hace semanas por la plaga del gusano barrenador. La medida, impuesta por Washington, ha golpeado duramente a los ganaderos mexicanos, y la respuesta del gobierno federal parece no estar a la altura de la crisis.
El cierre de la frontera al ganado mexicano se debe a la detección del gusano barrenador, una plaga que ha generado preocupación en ambos lados de la frontera. Estados Unidos argumenta que México no ha logrado controlar el problema, lo que llevó a la suspensión de las exportaciones. La decisión ha dejado a miles de productores mexicanos en la incertidumbre, con pérdidas económicas que se acumulan día tras día.
Sheinbaum, en su conferencia matutina, expresó su confianza en que las negociaciones con Estados Unidos avancen pronto. Sin embargo, sus declaraciones no ofrecen un plan claro ni plazos concretos para resolver la crisis. La falta de resultados tangibles pone en evidencia la debilidad de su administración para defender los intereses de los ganaderos mexicanos frente a las exigencias del país vecino.
El secretario de Agricultura, Julio Berdegué, ha intentado calmar las aguas asegurando que se ha llegado a un “muy buen acuerdo” con Estados Unidos. Según él, una misión de expertos estadounidenses visitará México en los próximos días para evaluar las medidas contra la plaga. Pero estas promesas no son nuevas, y los productores siguen esperando soluciones reales mientras sus ingresos se desploman.
La plaga del gusano barrenador no es un problema reciente, pero la respuesta del gobierno mexicano ha sido lenta y descoordinada. Desde noviembre pasado, México propuso medidas como la instalación de una planta de moscas estériles en Chiapas, pero la falta de acción inmediata permitió que el problema escalara hasta el cierre de la frontera. ¿Dónde estaba la Secretaría de Agricultura cuando los primeros casos surgieron?
Los ganaderos, especialmente en estados del norte como Chihuahua y Sonora, están al borde de la desesperación. La suspensión de las exportaciones no solo afecta sus ingresos, sino que también pone en riesgo miles de empleos en el sector. La economía de regiones enteras se tambalea mientras el gobierno de Morena parece más enfocado en discursos que en resultados.
Mientras tanto, Estados Unidos ha ofrecido apoyo técnico, pero con condiciones estrictas. La secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, ha reconocido los esfuerzos mexicanos, pero insiste en que se necesita más tiempo para analizar la situación. Esto deja a México en una posición vulnerable, dependiendo de la buena voluntad de su vecino del norte para recuperar un mercado clave.
La insistencia de Sheinbaum en reabrir la frontera el próximo martes suena más a un deseo que a una certeza. Sin un plan robusto para erradicar la plaga y recuperar la confianza de Estados Unidos, los ganaderos mexicanos seguirán pagando el precio de la ineficiencia gubernamental. ¿Cuánto más tendrán que esperar para ver resultados?
La crisis del ganado es un reflejo más de los problemas que enfrenta el sector agropecuario bajo el gobierno de Morena. Los productores exigen acciones concretas, no promesas vacías. La reapertura de la frontera no solo es una cuestión económica, sino un asunto de soberanía y dignidad para México.
Mientras las negociaciones avanzan a paso lento, la pregunta sigue en el aire: ¿será capaz el gobierno de Sheinbaum de resolver esta crisis, o será otro capítulo de promesas incumplidas? Los ganaderos y las familias que dependen de ellos merecen respuestas, no más discursos.

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México Exige a EU Reabrir la Frontera para el Ganado: ¿Otro Fracaso de Sheinbaum?
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