Elon Musk, el magnate detrás de Tesla y SpaceX, ha dado un paso al costado en su rol como asesor del gobierno de Estados Unidos. Su salida, anunciada el 29 de mayo de 2025, marca el fin de una relación que comenzó con gran cercanía al presidente Donald Trump, pero que terminó en desacuerdos profundos. Musk, quien lideró el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), expresó su frustración por las políticas fiscales impulsadas por Trump, especialmente un proyecto de ley que, según él, aumenta el déficit público.
Durante los últimos seis meses, Musk fue una figura clave en la administración Trump. Su misión en DOGE era clara: reducir el gasto innecesario del gobierno federal. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. Aunque Musk prometió ahorros de hasta un billón de dólares, medios como The Washington Post reportaron que los recortes reales apenas alcanzaron los 9,300 millones. Esto generó críticas y cuestionamientos sobre la efectividad de su gestión.
El Departamento de Eficiencia Gubernamental, creado específicamente para Musk, tomó decisiones drásticas. En apenas cuatro meses, despidió a 121,000 empleados federales y desmanteló varias agencias, incluyendo programas de ayuda internacional. Estas acciones, lejos de ser celebradas, enfrentaron múltiples demandas legales por falta de transparencia y manejo de información sensible. La opacidad de DOGE se convirtió en un punto de controversia constante.
El punto de quiebre entre Musk y Trump llegó con las críticas del magnate al plan fiscal republicano. En una entrevista con CBS, Musk no escondió su decepción, afirmando que la legislación aprobada por la Cámara de Representantes y enviada al Senado contradice sus esfuerzos por reducir el despilfarro. Sus palabras, cargadas de frustración, señalaron una ruptura definitiva con el presidente, con quien había colaborado estrechamente.
La salida de Musk no solo deja a DOGE en un limbo, sino que también refleja un cambio en su postura política. En el Foro Económico de Qatar, el empresario aseguró que reducirá significativamente su involucramiento en la política. Sus declaraciones sugieren un deseo de volver a enfocarse en sus empresas, especialmente tras las pérdidas reportadas por Tesla y otras de sus compañías.
La relación entre Musk y Trump no siempre fue tensa. Desde el verano de 2024, cuando Musk se acercó al entonces candidato republicano tras un atentado fallido, ambos parecían inseparables. Musk incluso participó en eventos clave, como la toma de posesión de Trump en enero de 2025. Sin embargo, las diferencias ideológicas y los resultados cuestionables de DOGE erosionaron esta alianza.
El impacto de la gestión de Musk en Washington también afectó su imagen pública. Su creciente involucramiento en la política provocó una caída en la popularidad tanto del magnate como de sus empresas. Tesla, en particular, enfrentó protestas y boicots que impactaron sus ventas, con una caída del 4% en el último trimestre, según reportes recientes.
Con su salida, Musk deja tras de sí un legado polémico. Las promesas de recortes masivos no se cumplieron como se esperaba, y las críticas a su gestión no han cesado. Su mensaje de despedida en la red social X agradeció a Trump por la oportunidad, pero también dejó claro que su rol como asesor siempre fue temporal.
Ahora, el futuro de DOGE es incierto. Sin un líder claro, la iniciativa podría perder fuerza, mientras las demandas legales contra sus decisiones continúan acumulándose. La partida de Musk marca el fin de una etapa ambiciosa pero controvertida en la administración Trump.
Elon Musk, conocido por su visión audaz, parece decidido a retomar las riendas de sus empresas y alejarse del torbellino político. Su adiós a Washington no solo cierra un capítulo en su carrera, sino que también plantea preguntas sobre el rumbo de las reformas impulsadas por Trump.

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Elon Musk abandona Washington tras romper con Trump
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