Un operativo militar en Michoacán culminó con la captura de 17 presuntos sicarios del Cártel de Los Reyes, señalados como responsables de un violento ataque con una mina terrestre que dejó un saldo trágico. La acción, realizada en el municipio de Los Reyes, expone la creciente audacia de los grupos criminales en la región. Entre los detenidos, 12 son colombianos y 5 mexicanos, todos vinculados a la explosión que cobró la vida de seis militares.
El ataque ocurrió el martes 28 de mayo en El Santuario, una zona limítrofe entre Michoacán y Jalisco, donde los cárteles disputan el control del territorio. La mina, de fabricación casera, destruyó un vehículo blindado tipo SandCat, matando a dos agentes de la Fuerza Especial de Reacción e Intervención y a cuatro del Grupo de Respuesta a Emergencias. Dos militares más resultaron gravemente heridos.
La detención de los 17 sospechosos se llevó a cabo tras un operativo interinstitucional encabezado por el Ejército Mexicano. Los capturados fueron encontrados en una casa de seguridad en Los Reyes, donde se incautaron armas, explosivos y equipo táctico. La presencia de exmilitares colombianos, expertos en explosivos, resalta la sofisticación de las tácticas empleadas por el cártel.
El Cártel de Los Reyes, liderado por Alfonso Fernández Magallón, alias “Poncho La Quiringüa”, y Luis Enrique Barragán Chávez, alias “El Güicho”, libra una feroz batalla contra el Cártel Jalisco Nueva Generación. Esta lucha ha convertido a la región en un campo de guerra, donde las minas terrestres y los enfrentamientos armados son cada vez más comunes.
La violencia en Michoacán no da tregua. Las autoridades han identificado a la zona de Los Reyes como un punto crítico, donde los cárteles no solo trafican drogas, sino que recurren a tácticas de guerra para mantener su dominio. La participación de extranjeros en estas actividades delictivas enciende las alarmas sobre la internacionalización del crimen organizado en México.
La Secretaría de la Defensa Nacional ha señalado que los grupos criminales son responsables de la muerte de los militares, pero la falta de avances concretos en la pacificación de la región genera críticas. Los habitantes de Los Reyes y municipios aledaños viven bajo el temor constante de nuevos ataques, mientras las autoridades luchan por contener la escalada de violencia.
Este incidente pone en evidencia la incapacidad del gobierno para frenar el poder de los cárteles. La utilización de minas terrestres, una táctica inusual en México hasta hace pocos años, demuestra cómo los grupos criminales han elevado el nivel de sus operaciones, poniendo en riesgo no solo a las fuerzas armadas, sino también a la población civil.
El operativo que resultó en las detenciones es un paso en la lucha contra el crimen organizado, pero el camino para restablecer la seguridad en Michoacán parece lejano. La región sigue siendo un polvorín, donde la presencia de cárteles y la falta de estrategias efectivas mantienen a la ciudadanía en un estado de incertidumbre permanente.
La captura de estos 17 presuntos criminales no resuelve el problema de fondo. Mientras los cárteles continúen reclutando expertos extranjeros y utilizando armamento avanzado, la violencia en Michoacán y Jalisco no disminuirá. Este nuevo capítulo de la guerra contra el narco deja más preguntas que respuestas sobre el futuro de la seguridad en el país.