Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.

Un mentiroso contumaz al descubierto: Las mañaneras bajo la lupa

Las conferencias matutinas del presidente, conocidas como “mañaneras”, han sido señaladas como un espectáculo de falsedades. Según un análisis detallado, estas sesiones diarias no cumplen con los estándares de transparencia ni rendición de cuentas que se esperan de un ejercicio gubernamental. Lejos de ser ruedas de prensa genuinas, se han convertido en un escenario donde la verdad parece ser lo último que importa.
El taller de comunicación política SPIN, liderado por Luis Estrada, ha documentado meticulosamente las afirmaciones no veraces del presidente desde el inicio de su gobierno. En un periodo de 740 mañaneras, entre diciembre de 2018 y noviembre de 2021, se registraron más de 66 mil declaraciones falsas o no comprobables. Esto equivale a un promedio de 90 afirmaciones dudosas por conferencia, un récord que pone en entredicho la credibilidad del discurso oficial.
El libro “El imperio de los otros datos. Tres años de falsedades y engaños desde Palacio” detalla este fenómeno. Según el análisis, el presidente ha pronunciado 55 mil afirmaciones no comprobables, casi 6 mil promesas y más de 4 mil compromisos que no han sido respaldados con hechos. Además, se identificaron cerca de 2 mil declaraciones abiertamente falsas, lo que refuerza la percepción de un patrón sistemático de desinformación.
Lejos de ser un espacio para informar, las mañaneras parecen diseñadas como una herramienta de propaganda. En ellas, el presidente controla la narrativa nacional, utilizando un lenguaje que busca polarizar y descalificar a sus críticos. Esta estrategia, según expertos, tiene un objetivo claro: fortalecer su poder y consolidar una base electoral a través de la manipulación de la información.
El análisis de SPIN revela que estas conferencias no ofrecen datos verificables ni documentos que sustenten las afirmaciones del presidente. En lugar de un ejercicio de rendición de cuentas, las mañaneras se caracterizan por la improvisación y las ocurrencias, donde el protagonismo recae exclusivamente en una figura que parece más interesada en el espectáculo que en la verdad.
La falta de rigor informativo en las mañaneras ha llevado a cuestionar su propósito real. No son un espacio para responder preguntas con claridad ni para presentar avances de políticas públicas con sustento. En cambio, se han convertido en un vehículo para fabricar enemigos imaginarios y desacreditar a quienes se oponen al discurso oficial, utilizando mentiras como arma principal.
Expertos en psicología señalan que mentir de manera constante puede ser indicio de un problema más profundo. En el caso del presidente, su insistencia en construir una realidad paralela, respaldada por sus “otros datos”, sugiere una desconexión con los hechos. Este comportamiento no solo confunde a la ciudadanía, sino que mina la confianza en las instituciones democráticas.
El impacto de estas conferencias trasciende lo cotidiano. Al monopolizar la agenda pública, el presidente logra desviar la atención de problemas reales, como la inseguridad o la crisis económica. Las mañaneras, en este sentido, no solo son un ejercicio de desinformación, sino una estrategia calculada para mantener el control político a cualquier costo.
Ningún líder mundial ha adoptado un formato de comunicación diaria como este, lo que resalta su singularidad y su peligrosidad. Mientras otros gobiernos buscan legitimarse con resultados, en México las mañaneras parecen ser un fin en sí mismas, un escenario donde la verdad se sacrifica en favor de la narrativa oficial.
El registro histórico de estas falsedades, gracias al trabajo de analistas como Luis Estrada, será un testimonio para las futuras generaciones. Las mañaneras no solo reflejan un estilo de gobernar, sino un intento deliberado de reescribir la realidad, donde los hechos son reemplazados por “otros datos” que solo existen en el discurso del poder.

Compartir:

Noticias Relacionadas