En la Ciudad de México, el costo de la pechuga de pollo ha alcanzado niveles alarmantes, superando los 150 pesos por kilogramo en diversos mercados y pollerías. Este aumento, que golpea directamente el bolsillo de las familias, refleja una tendencia alcista que no parece detenerse, según reportes recientes.
Comerciantes de la capital han expresado su preocupación por el constante incremento en los precios. En tan solo una quincena, el costo de la pechuga ha subido hasta 15 pesos, pasando de 120 a 150 pesos por kilo en algunos puntos de venta. Esta situación ha llevado a muchos consumidores a optar por cortes más económicos, como el muslo, lo que a su vez ha elevado su precio.
El impacto no se limita a los hogares. Negocios como cocinas económicas y puestos de comida también enfrentan dificultades, ya que el encarecimiento del pollo los obliga a aumentar los precios de sus platillos. Por ejemplo, una comida corrida con pechuga ha pasado de 70 a 90 pesos, lo que genera quejas entre los clientes y reduce las ventas.
Factores como la inflación y el aumento en los costos de producción han sido señalados como responsables de esta escalada. Según expertos, el precio de otras proteínas, como la carne de res o el cerdo, también ha subido, lo que incrementa la demanda de pollo y presiona aún más su costo.
En mercados como los de la Ciudad de México, el precio de la pechuga oscila entre 135 y 155 pesos por kilo, dependiendo del establecimiento. En algunos casos, como en el sur del Estado de México, se han reportado precios exorbitantes de hasta 250 pesos por kilo, lo que agrava la situación para las familias de menores ingresos.
Comerciantes han señalado que, a pesar de las expectativas de que los precios bajaran después de Semana Santa, esto no ocurrió. Por el contrario, los costos han seguido aumentando, afectando tanto a vendedores como a consumidores. Algunos comerciantes incluso han decidido pausar sus ventas debido a la baja demanda.
El pollo, considerado la proteína más consumida en México por su accesibilidad, se ha convertido en un lujo para muchos. En 2024, el consumo nacional de pollo alcanzó casi 5 millones de toneladas, pero el alza en los precios amenaza con cambiar los hábitos alimenticios de los mexicanos.
La situación ha llevado a los consumidores a buscar alternativas más baratas o a reducir el consumo de esta proteína. Mientras tanto, los pequeños comerciantes enfrentan márgenes de ganancia cada vez más reducidos, lo que pone en riesgo la sostenibilidad de sus negocios.
A pesar de los esfuerzos por estabilizar los precios, como la autorización de importaciones de pollo desde Brasil, el impacto en el mercado aún no se siente. La falta de acción efectiva para controlar estos incrementos sigue afectando a millones de familias en la capital y otras regiones del país.
La incertidumbre persiste sobre cuándo podrían estabilizarse los precios. Por ahora, el alza del pollo en la Ciudad de México continúa siendo un desafío para los hogares y un reflejo de los problemas económicos que enfrenta el país.

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El precio del pollo se dispara en la CDMX: ¡La pechuga ya supera los 150 pesos!
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