La Asamblea Nacional de Francia aprobó en primera lectura un proyecto de ley que marca un hito en la historia del país: la legalización de la eutanasia para personas con enfermedades incurables que enfrentan sufrimientos insoportables. Con 305 votos a favor y 199 en contra, el texto avanza ahora al Senado para su revisión, un paso crucial en un debate que ha dividido opiniones durante años.
El proyecto, impulsado por el gobierno de Emmanuel Macron, busca establecer un marco legal para la “ayuda activa a morir”. Esto permitirá que adultos mayores de edad, con pleno discernimiento y diagnosticados con una enfermedad incurable, puedan solicitar un medicamento letal para poner fin a su vida. La propuesta también contempla que, en casos donde el paciente no pueda administrarse el fármaco, un profesional de la salud o un voluntario pueda asistir.
La legislación establece condiciones estrictas. Solo los ciudadanos franceses o residentes legales podrán acceder a este procedimiento. Además, un equipo médico debe confirmar que el sufrimiento del paciente es intolerable y no puede ser aliviado por otros medios, como los cuidados paliativos. Este enfoque busca garantizar que la decisión sea informada y libre de presiones externas.
El debate en Francia no ha estado exento de controversia. Grupos religiosos, especialmente católicos y evangélicos, han expresado su preocupación, argumentando que la ley podría derivar en una visión utilitarista de la vida, donde los más vulnerables se sientan como una carga. Por otro lado, defensores de la eutanasia sostienen que es un derecho fundamental para quienes desean una muerte digna frente al sufrimiento extremo.
El proyecto también incluye un impulso a los cuidados paliativos. El gobierno francés ha prometido una inversión de 1,100 millones de euros en los próximos diez años para mejorar el acceso a estos servicios. Sin embargo, profesionales del sector consideran que este monto es insuficiente para cubrir las necesidades de los pacientes en todo el país.
La discusión sobre la eutanasia en Francia lleva años en la mesa. Desde la aprobación de la Ley Claeys-Leonetti en 2016, que permite la sedación profunda hasta la muerte pero prohíbe la eutanasia activa, el país ha buscado un equilibrio entre el respeto a la vida y la autonomía personal. Este nuevo proyecto representa un cambio significativo en esa postura.
A diferencia de países como Bélgica, Países Bajos o España, donde la eutanasia ya es legal, Francia propone un modelo más restrictivo. Por ejemplo, no se permitirá su aplicación en casos de enfermedades mentales o neurodegenerativas que afecten el discernimiento, como el Alzheimer. Este punto ha generado críticas de quienes abogan por una legislación más amplia.
El proceso legislativo aún no ha concluido. Tras la aprobación en la Asamblea Nacional, el Senado revisará el texto en otoño, donde podrían introducirse modificaciones. Los senadores, tradicionalmente más conservadores, podrían endurecer las condiciones o proponer nuevas salvaguardas éticas para proteger a los pacientes.
La opinión pública en Francia está mayoritariamente a favor. Encuestas recientes indican que hasta un 82% de los ciudadanos apoya la legalización de la eutanasia en casos de sufrimiento extremo. Este respaldo ha sido clave para que el gobierno de Macron impulse la reforma, aunque enfrenta resistencias de sectores religiosos y médicos.
Este paso coloca a Francia en la lista de países que buscan garantizar el derecho a una muerte digna. Mientras el debate continúa, el mundo observa cómo uno de los países más influyentes de Europa define su postura frente a un tema tan delicado como la vida y la muerte.

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Francia da un paso histórico hacia la legalización de la eutanasia para enfermos incurables
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