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México y EE.UU. en tensas negociaciones por el gusano barrenador que amenaza la economía ganadera

El gobierno mexicano, encabezado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, enfrenta un nuevo capítulo de tensiones con Estados Unidos debido a la plaga del gusano barrenador. Julio Berdegué, titular de la dependencia, anunció que sostendrá una llamada crucial esta semana con Brooke Rollins, su homóloga estadounidense, para abordar las restricciones a las exportaciones de ganado mexicano. La decisión de Estados Unidos de suspender las importaciones por 15 días, hasta el 25 de mayo, ha encendido las alarmas en el sector ganadero nacional.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha calificado la medida como injusta, asegurando que México ha implementado acciones intensas desde el primer brote detectado. Según la mandataria, las mesas técnicas de ambos países ya han llegado a acuerdos para combatir esta plaga, que pone en riesgo no solo la salud del ganado, sino también la economía de miles de productores mexicanos. Sin embargo, las exigencias de Estados Unidos han sido señaladas como excesivas por el gobierno federal.
El gusano barrenador, una larva de la mosca Cochliomyia hominivorax, representa una grave amenaza para la ganadería. Este parásito deposita sus huevos en heridas abiertas de animales, alimentándose de tejido vivo y causando daños severos. México había logrado erradicar esta plaga en 1991, pero su reaparición en estados como Chiapas, Oaxaca y Veracruz ha desatado una crisis sanitaria que pone en jaque el estatus sanitario del país.
El Consejo Nacional Agropecuario ha advertido que el cierre de la frontera estadounidense podría generar pérdidas diarias de 11.4 millones de dólares. Esta situación afecta especialmente a estados del norte como Sonora y Chihuahua, donde se movilizan miles de cabezas de ganado diariamente. La falta de control en la frontera sur, donde ingresan unas 100 mil cabezas de ganado mensuales desde Guatemala sin inspección sanitaria, agrava el problema.
La Secretaría de Agricultura ha intensificado sus esfuerzos, implementando medidas como la dispersión de más de 800 millones de moscas estériles desde junio de 2024 para frenar la reproducción del gusano. Además, se han establecido barreras sanitarias en estados del sur y se realizan inspecciones exhaustivas en puntos fronterizos. Sin embargo, estas acciones no han sido suficientes para convencer a las autoridades estadounidenses.
Berdegué ha insistido en que México está haciendo todo lo posible para contener la plaga, destacando la colaboración con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria. A pesar de los avances, el gobierno mexicano enfrenta críticas internas por la porosidad de la frontera sur, que permite el ingreso descontrolado de ganado desde Centroamérica, un factor clave en la propagación del parásito.
La tensión entre ambos países no es nueva. En noviembre de 2024, Estados Unidos ya había suspendido las importaciones tras detectar un caso en Chiapas, lo que llevó a un acuerdo temporal en febrero de 2025 para reanudar el comercio con protocolos más estrictos. Ahora, con nuevos brotes reportados, la relación bilateral vuelve a ponerse a prueba, mientras los ganaderos mexicanos enfrentan incertidumbre económica.
La situación se complica con reportes recientes de casos de miasis por gusano barrenador en humanos en Chiapas, sumando cuatro contagios desde abril. Esto eleva la preocupación no solo por la salud animal, sino también por la salud pública. Las autoridades mexicanas han prometido reforzar las medidas, pero el tiempo apremia para evitar mayores pérdidas.
La llamada entre Berdegué y Rollins será determinante para el futuro inmediato del sector ganadero. México busca no solo reabrir la frontera, sino también establecer una planta productora de moscas estériles con apoyo estadounidense, una estrategia clave para controlar la plaga. Mientras tanto, el gobierno insiste en que no cederá ante presiones externas que considera desproporcionadas.
El impacto de esta crisis trasciende lo económico, poniendo en riesgo el prestigio sanitario de México y la confianza de sus socios comerciales. La resolución de este conflicto será crucial para miles de productores que dependen de las exportaciones y para un gobierno que busca demostrar su capacidad para manejar una emergencia de esta magnitud.

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