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Indignación en Harvard: Trump desata una cacería contra estudiantes extranjeros

La Universidad de Harvard enfrenta un momento crítico tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de prohibir la matrícula de estudiantes extranjeros. Esta medida, que afecta a miles de alumnos de más de 140 países, ha generado un ambiente de tensión en el campus de Cambridge, Massachusetts, a pocos días de la ceremonia de graduación.
El gobierno de Trump acusa a Harvard de tolerar el antisemitismo y de tener vínculos con el Partido Comunista Chino. Estas acusaciones han escalado un conflicto que lleva meses, con la administración republicana revocando la certificación que permite a Harvard patrocinar visas estudiantiles. Como resultado, cerca de 6,800 estudiantes internacionales podrían perder su matrícula y enfrentar la deportación.
Mohamed, un estudiante de Harvard, describe el campus como un lugar hostil. Aunque no está directamente afectado, muchos de sus compañeros enfrentan incertidumbre sobre su futuro. Él considera que la diversidad de los estudiantes internacionales es lo que hace grande a Harvard y advierte que estas medidas limitan el progreso de Estados Unidos al alejar a mentes brillantes.
La ceremonia de graduación, programada para el próximo jueves, se ve opacada por este clima de inseguridad. Mientras los estudiantes se preparan para tomar fotos con sus togas y birretes, la preocupación por la situación de sus compañeros extranjeros pesa en el ambiente. Algunos aprovechan el fin de semana largo del Día de los Caídos para reflexionar sobre el impacto de estas políticas.
Harvard no se ha quedado de brazos cruzados. La universidad presentó una demanda contra la administración de Trump, calificando la prohibición como ilegal y una forma de represalia. La institución defiende su compromiso con la diversidad y la libertad académica, argumentando que los estudiantes internacionales enriquecen no solo a la universidad, sino también a la nación.
Un estudiante africano de segundo año, quien prefirió no revelar su nombre, mantiene una postura resiliente. Asegura que, en el peor de los casos, regresar a su país no lo asusta. Sin embargo, reconoce que el ánimo en las aulas es bajo, con muchos estudiantes sintiendo el impacto de las políticas restrictivas.
La administración de Trump ha intensificado su ofensiva contra Harvard en las últimas semanas. Además de la prohibición de matrículas, congeló más de 2,200 millones de dólares en fondos federales, acusando a la universidad de fomentar ideologías liberales y no combatir el antisemitismo. Estas medidas forman parte de una campaña más amplia contra universidades de élite en Estados Unidos.
Harvard, con una reserva patrimonial de más de 50,000 millones de dólares, es una de las pocas instituciones con recursos para resistir estas presiones. Sin embargo, la batalla legal contra el gobierno plantea riesgos significativos, incluyendo la posible pérdida de su estatus de exención fiscal, lo que podría afectar programas de investigación y becas.
Voces dentro y fuera del campus han expresado su apoyo a Harvard. El expresidente Barack Obama, exalumno de la institución, calificó la congelación de fondos como ilegal. Otros líderes académicos y políticos, como el senador Bernie Sanders, han elogiado la resistencia de la universidad frente a lo que describen como un ataque autoritario.
El futuro de los estudiantes internacionales en Harvard sigue siendo incierto. Mientras la universidad promete defender a sus alumnos, la comunidad académica global observa con atención este enfrentamiento, que podría sentar un precedente para la libertad académica en Estados Unidos y más allá.

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