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Productos chinos se disfrazan de mexicanos: el sello “Hecho en México” bajo amenaza

Comerciantes del Centro Histórico de la Ciudad de México han destapado un problema que golpea la economía nacional. Productos chinos están entrando al país con etiquetas falsas de “Hecho en México”, engañando a consumidores y afectando a los productores locales. Este esquema, que lleva años operando, ha encendido las alarmas entre empresarios que denuncian una competencia desleal.
La práctica consiste en reetiquetar mercancías chinas para hacerlas pasar como mexicanas, evitando así aranceles y restricciones comerciales. Según los comerciantes, esta estrategia se ha intensificado en los últimos meses, especialmente en sectores como el textil, el calzado y los electrónicos. Los productos falsificados inundan los mercados, desde tianguis hasta tiendas establecidas, lo que pone en riesgo miles de empleos.
Empresarios locales señalan que la corrupción en las aduanas es un factor clave. A pesar de que la Secretaría de Marina y el Ejército mexicano ahora supervisan estos puntos, las irregularidades persisten. Los controles aduaneros no han sido suficientes para frenar el ingreso de mercancías ilegales, y las revisiones en los puertos son, en muchos casos, superficiales.
El impacto económico es significativo. La evasión fiscal derivada de estas prácticas ha generado pérdidas millonarias al erario público. En 2024, se estima que el daño por exportaciones fraudulentas superó los 7 mil millones de pesos, una cifra que podría seguir creciendo si no se toman medidas urgentes. Los productores mexicanos, especialmente las pequeñas y medianas empresas, están perdiendo terreno frente a esta avalancha de productos baratos.
La Secretaría de Economía ha prometido acciones para proteger el sello “Hecho en México”, pero hasta ahora los resultados son escasos. Los empresarios exigen inspecciones más estrictas en las aduanas y sanciones severas para quienes falsifiquen etiquetas. Sin embargo, la falta de coordinación entre las autoridades federales y locales complica la solución.
Este problema no solo afecta la economía, sino también la confianza del consumidor. Al comprar un producto etiquetado como mexicano, los clientes esperan calidad y apoyo a la industria nacional. Sin embargo, muchos descubren que han adquirido mercancías de dudosa procedencia, lo que genera frustración y desconfianza hacia el mercado.
La relación comercial con China también está en el centro del debate. México mantiene un déficit comercial de más de 100 mil millones de dólares con el gigante asiático. Aunque el gobierno ha impuesto aranceles a ciertas importaciones chinas, los comerciantes advierten que estas medidas no son suficientes para detener el flujo de productos falsificados.
La situación ha llevado a algunos sectores a proponer soluciones drásticas, como boicots a productos de origen dudoso o campañas para promover el consumo de auténticos productos mexicanos. Sin embargo, sin un cambio estructural en las políticas aduaneras, estas iniciativas podrían quedar en buenas intenciones.
El caso pone en evidencia las debilidades del sistema comercial mexicano. Mientras las autoridades no refuercen los mecanismos de supervisión, los productos chinos seguirán disfrazándose de mexicanos, afectando a productores y consumidores por igual. La lucha por proteger el sello “Hecho en México” apenas comienza.

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