En el estado de Chihuahua, siete de cada diez menonitas, principalmente de la rama conservadora, no están vacunados. Aunque muchos asocian esta decisión con motivos religiosos, la verdadera razón parece ser otra: la falta de información. Así lo asegura Patricia Islas Salinas, investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, quien ha estudiado a fondo a esta comunidad.
La investigadora explica que el desconocimiento sobre la importancia de las vacunas, sumado a barreras como el idioma y el aislamiento cultural, son los principales obstáculos. Los menonitas, una comunidad que llegó a Cuauhtémoc en 1922 huyendo de políticas educativas en Canadá, han mantenido una identidad cerrada. Este aislamiento, según Islas, refuerza su desconfianza hacia los sistemas de salud convencionales.
La comunidad menonita en Chihuahua está formada por unas 50 colonias distribuidas desde Ojinaga hasta Ascensión. Entre ellos, los conservadores son el grupo más numeroso, representando entre el 70 y el 75 por ciento. Este sector mantiene sus costumbres con cierta apertura, pero sigue resistiéndose a prácticas como la vacunación.
Por otro lado, existen los menonitas liberales, quienes han adoptado la educación pública, el español y la atención médica convencional. Sin embargo, son una minoría. Los ultraconservadores, que rechazan incluso la electricidad, son prácticamente inexistentes en Cuauhtémoc, pero persisten en lugares como Ojinaga, donde se separaron por diferencias tan específicas como el uso de neumáticos en tractores.
El libro de Patricia Islas, “Menonitas del Noroeste de Chihuahua: Historia, Educación y Salud”, detalla las duras condiciones que enfrentaron los primeros menonitas al llegar a la región. Un clima hostil, falta de viviendas y nula atención médica marcaron su historia, dejando una huella que aún influye en su relación con la salud.
La investigadora subraya que no se trata de un rechazo irracional. La historia de persecución de los menonitas, desde el siglo XVI en los Países Bajos hasta su paso por Rusia y Norteamérica, ha forjado una comunidad que prioriza la autogestión y desconfía de intervenciones externas.
Esta resistencia a vacunarse no es solo una cuestión de creencias, sino de un acceso limitado a información confiable. La barrera del idioma, ya que muchos menonitas hablan principalmente alemán bajo o plautdietsch, dificulta la comunicación con las autoridades sanitarias.
Islas hace un llamado a la empatía. Entender la historia y el contexto de los menonitas es clave para comprender su postura. Juzgarlos sin conocer su pasado, dice, es un error. Su estudio busca no solo informar, sino también tender puentes entre esta comunidad y el sistema de salud.
La situación de los menonitas en Chihuahua refleja un desafío mayor: cómo acercar la salud pública a comunidades culturalmente aisladas. Mientras tanto, las autoridades sanitarias enfrentan el reto de combatir la desinformación sin imponer medidas que puedan ser vistas como una amenaza a su identidad.
Este panorama nos invita a reflexionar sobre la importancia de la educación en salud y el respeto a las diferencias culturales. La historia de los menonitas en Chihuahua es un recordatorio de que las soluciones no siempre son universales, sino que requieren sensibilidad y diálogo.

Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.
El 70% de los menonitas en Chihuahua rechaza vacunarse: ¿Desinformación o tradición?
Compartir: