La noche del domingo, una pareja a bordo de un lujoso Corvette blanco con franjas negras fue brutalmente atacada a balazos en Chihuahua, cerca del conocido drive-in La Hacienda. El conductor, herido de gravedad, logró llegar hasta la clínica Lázaro Cárdenas del ISSSTE, pero el incidente dejó un rastro de preguntas inquietantes.
El ataque ocurrió en la avenida Teófilo Borunda, al pie de Lomas del Santuario. Una cámara de seguridad captó el momento exacto: una pickup Ford Lobo blanca, equipada con luces estroboscópicas similares a las de una patrulla oficial, bloqueó al Corvette. El copiloto de la camioneta bajó y disparó al menos seis veces contra el parabrisas, impactando a ambas víctimas.
Lo que más llama la atención es la elección del lugar de atención médica. En lugar de acudir a la Cruz Roja, que estaba mucho más cerca, el conductor optó por el ISSSTE. Este detalle, sumado al hecho de que el vehículo de los atacantes parecía una unidad oficial, ha levantado sospechas sobre la naturaleza del crimen.
El conductor del Corvette, identificado como un maestro federal con servicio médico en el ISSSTE, manejaba un auto valuado en más de dos millones de pesos. Este contraste entre su profesión y el costo del vehículo genera dudas sobre el contexto del ataque. ¿Qué llevó a un maestro a ser blanco de un acto tan violento?
El uso de una camioneta con características de patrulla, pero sin logos oficiales, apunta a un posible abuso de poder o incluso a la complicidad de elementos cercanos a las autoridades. La falta de claridad sobre la identidad de los agresores solo aumenta la percepción de descontrol en las calles de Chihuahua.
La Hacienda, un lugar que ha sido polémico desde su apertura, no fue el escenario directo del ataque, pero su cercanía al incidente reaviva las críticas sobre la inseguridad en la zona. Aunque el hecho ocurrió a unas cuadras, la violencia parece extenderse sin freno en la ciudad.
La fiscal Wendy Chávez, en un contexto separado, ha respondido a solicitudes de información sobre la seguridad en Ciudad Juárez, destacando la presencia de un equipo multidisciplinario para atender delitos contra menores. Sin embargo, este incidente en Chihuahua pone en evidencia que la violencia no discrimina y que las autoridades parecen rebasadas.
La imagen del ataque, captada por las cámaras, es un recordatorio escalofriante de la fragilidad de la seguridad en la región. Seis disparos al parabrisas, una pareja herida y un vehículo de lujo en el centro de la escena: la impunidad parece ganar terreno.
Este caso se suma a una ola de violencia que no da tregua en Chihuahua. Los ciudadanos se preguntan hasta cuándo continuarán estos actos sin que las autoridades ofrezcan soluciones efectivas. La noche del domingo dejó más que heridos; dejó un mensaje claro: la inseguridad está fuera de control.
Mientras tanto, el silencio de las autoridades sobre este caso específico alimenta la desconfianza. La ciudadanía exige respuestas, pero el eco de los disparos resuena más fuerte que cualquier comunicado oficial.