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Tragedia en Nueva York: Piloto Estadounidense al Mando del Buque Cuauhtémoc Durante Fatal Choque

La Secretaría de Marina (Semar) reveló un dato alarmante sobre el accidente del buque escuela Cuauhtémoc en Nueva York: un piloto estadounidense estaba al mando cuando ocurrió la colisión contra el puente de Brooklyn. El incidente, que dejó dos cadetes muertos y 22 heridos, ha levantado serias preguntas sobre la responsabilidad del gobierno mexicano en la supervisión de sus embarcaciones.
El almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, titular de Semar, confirmó que el buque, insignia de la Armada de México, era controlado por un piloto portuario del gobierno de Nueva York, como lo exigen las normas internacionales. Sin embargo, este detalle no exime al gobierno federal de responder por qué una misión de adiestramiento y diplomacia terminó en tragedia. La falta de claridad en los procedimientos ha generado críticas hacia la administración actual.
El accidente ocurrió la noche del 17 de mayo, cuando el Cuauhtémoc, con más de 180 tripulantes a bordo, se preparaba para zarpar hacia Islandia tras una visita en Nueva York. Durante la maniobra de salida, los tres mástiles del buque chocaron contra el puente, causando daños estructurales significativos. Videos captados por testigos muestran a cadetes colgando de los mástiles, en una escena que ha conmocionado a México.
Morales Ángeles admitió que el piloto dispuso de apenas 80 a 90 segundos para reaccionar, debido a la corta distancia entre el muelle y el puente. Esta revelación ha desatado cuestionamientos sobre si las condiciones eran adecuadas para realizar la maniobra y por qué no se tomaron medidas preventivas. La Semar insiste en que no se puede especular sobre el uso de los recursos, pero la opacidad en los detalles no calma las críticas.
Las víctimas, América Yamilet Sánchez, de 20 años, y Adal Jair Marcos, de 22, fueron trasladadas a México para un homenaje póstumo en Veracruz. Sus familias, devastadas, exigen respuestas claras. Mientras tanto, dos tripulantes permanecen hospitalizados en Nueva York, aunque fuera de peligro. La tragedia ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de los cadetes en misiones de este tipo.
La investigación está en manos de autoridades estadounidenses, lideradas por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB). Se espera un informe preliminar en 30 días, pero la resolución final podría tardar hasta dos años. Este plazo prolongado genera preocupación sobre si se hará justicia por los fallecidos y si se identificarán las verdaderas causas del accidente.
Expertos han señalado posibles fallas mecánicas, como un motor atascado en reversa, y la falta de un segundo remolcador, práctica común en puertos de alto tráfico. Estas hipótesis refuerzan las dudas sobre la preparación y supervisión del gobierno mexicano en operaciones internacionales. La Semar asegura que colabora con transparencia, pero las críticas por su manejo de la crisis no cesan.
El buque Cuauhtémoc, conocido como el “Embajador y Caballero de los Mares”, llegó a Nueva York el 13 de mayo para promover la diplomacia y la formación naval. Ahora, atracado y dañado, espera ser trasladado a un depósito de reparación. La presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido que la embarcación volverá al mar, pero la tragedia deja una mancha en su legado.
La falta de acción inmediata y la dependencia de un piloto extranjero han avivado el descontento. Mientras las familias lloran a sus seres queridos, México espera respuestas concretas. La tragedia del Cuauhtémoc no solo es un golpe a la Armada, sino una advertencia sobre los riesgos de delegar responsabilidades cruciales sin una supervisión efectiva.

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