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Por qué las mujeres viven más que los hombres: la ciencia revela las claves

Las mujeres tienden a vivir más que los hombres, pero las razones detrás de esta diferencia son más complejas de lo que parece. Estudios científicos han identificado una combinación de factores biológicos, hormonales, sociales y conductuales que explican esta brecha en la esperanza de vida. Aunque las mujeres suelen superar a los hombres en longevidad, esto no siempre significa una mejor calidad de vida.
Desde el punto de vista biológico, las mujeres cuentan con ventajas genéticas y hormonales. El estrógeno, una hormona presente en mayor cantidad antes de la menopausia, protege el corazón y el cerebro, además de reducir la inflamación y mejorar la salud ósea. Esto podría explicar por qué las mujeres desarrollan enfermedades cardíacas, la principal causa de muerte, hasta una década más tarde que los hombres.
Sin embargo, la biología no lo es todo. Las mujeres suelen adoptar conductas que promueven la salud, como usar el cinturón de seguridad o acudir regularmente al médico para chequeos. Estas prácticas preventivas, como mamografías o detección de cáncer cervical, están más arraigadas en la cultura femenina, lo que facilita la detección temprana de enfermedades.
Por otro lado, los hombres tienden a ser menos proactivos en temas de salud. Son menos propensos a buscar atención médica y con mayor frecuencia ignoran síntomas que podrían ser señales de problemas graves. Este comportamiento, combinado con una mayor exposición a trabajos físicamente riesgosos, contribuye a una menor esperanza de vida.
El consumo de sustancias también juega un papel importante. Los hombres son más propensos a fumar, beber en exceso o consumir drogas, lo que los hace más vulnerables a enfermedades como cáncer de pulmón o problemas hepáticos. En países con altos índices de consumo de alcohol y tabaco, como Rusia, la brecha de longevidad entre sexos puede llegar a ser de hasta 13 años.
A nivel social, las mujeres tienden a mantener redes de apoyo más sólidas. Socializar con mayor frecuencia las protege contra el aislamiento y la soledad, factores que impactan negativamente la salud mental y física. Los hombres, en cambio, enfrentan mayores riesgos relacionados con la violencia, como guerras o incidentes armados, que afectan desproporcionadamente su mortalidad.
La pandemia de COVID-19 también destacó diferencias. Los hombres murieron en mayor proporción, en parte porque ocupaban trabajos con mayor exposición al virus, como construcción o preparación de alimentos, o porque enfrentaban condiciones como la falta de vivienda o el encarcelamiento. Estos factores sociales y laborales agravan la brecha de longevidad.
Aunque las mujeres viven más, no siempre lo hacen en mejores condiciones. Después de la menopausia, son más propensas a enfermedades cardiovasculares y Alzheimer, y tienden a ser más frágiles físicamente en la vejez. Esto sugiere que la longevidad no siempre se traduce en una mejor calidad de vida.
Los científicos continúan investigando cómo alargar no solo la vida, sino los años de vida saludable para ambos sexos. Factores como la dieta, el ejercicio y la reducción del consumo de alcohol o tabaco pueden marcar la diferencia, aunque su impacto exacto en la longevidad aún es objeto de estudio.
En resumen, la mayor esperanza de vida de las mujeres es el resultado de una compleja interacción entre biología, comportamiento y contexto social. Comprender estas diferencias no solo ayuda a explicar la brecha, sino que abre la puerta a mejorar la salud y el bienestar de todos.

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