La marcha convocada por la oposición para protestar contra las elecciones judiciales marcó un nuevo episodio de tensión política en México. Miles de personas se reunieron en la Ciudad de México y otras ciudades, ondeando banderas y pancartas que denunciaban lo que llaman un atentado contra la democracia. Los organizadores, vinculados a partidos como el PAN, PRI y PRD, aseguran que la reforma impulsada por Morena amenaza la independencia del Poder Judicial.
El ambiente en la marcha fue de indignación. Los asistentes coreaban consignas contra el gobierno de Claudia Sheinbaum y acusaban al oficialismo de querer controlar las instituciones judiciales. Figuras como Lorenzo Córdova, ex presidente del INE, encabezaron el evento, advirtiendo que las elecciones para jueces y magistrados podrían politizar la justicia y debilitar el Estado de derecho.
Desde el oficialismo, la respuesta no se hizo esperar. Morena y sus aliados defendieron la reforma como una medida para democratizar el Poder Judicial, argumentando que el sistema actual está plagado de corrupción y elitismo. Según ellos, permitir que la ciudadanía elija a los jueces garantizará una justicia más cercana al pueblo.
La polarización se reflejó en las redes sociales, donde simpatizantes de ambos bandos intercambiaron acusaciones. Mientras los opositores hablaban de un “golpe autoritario”, los morenistas replicaban que la marcha era un intento desesperado de la “vieja mafia del poder” por recuperar privilegios. Este enfrentamiento dejó claro que la reforma judicial no solo es un debate técnico, sino un campo de batalla ideológico.
Un punto central de la controversia es el método de elección de los jueces. La oposición teme que el proceso, impulsado por Morena, permita al oficialismo influir en los candidatos, convirtiendo al Poder Judicial en un apéndice del gobierno. Por su parte, el oficialismo insiste en que la participación ciudadana en las elecciones judiciales romperá con las redes de compadrazgo que han dominado el sistema.
La marcha también expuso las divisiones dentro de la oposición. Aunque PAN, PRI y PRD lograron movilizar a sus bases, algunos analistas señalaron la falta de una estrategia clara para contrarrestar la popularidad de Morena. La presencia de figuras como Córdova, aunque carismática para algunos, fue criticada por otros como un intento de reciclar liderazgos del pasado.
El gobierno de Sheinbaum, por su parte, mantuvo un discurso de calma, pero no evitó señalar que la oposición busca desestabilizar al país. En un mensaje oficial, se destacó que la reforma judicial es parte de un proyecto más amplio para transformar México, en línea con las promesas de la 4T. Sin embargo, las críticas a la marcha no abordaron directamente las preocupaciones sobre la independencia judicial.
El impacto de estas manifestaciones aún es incierto. Aunque la oposición logró visibilizar su rechazo, Morena mantiene una sólida mayoría en el Congreso, lo que le da ventaja para avanzar con la reforma. El debate sobre las elecciones judiciales apenas comienza, pero ya ha encendido las alarmas sobre el rumbo de la democracia mexicana.
Para muchos ciudadanos, el enfrentamiento entre gobierno y oposición es una señal más de la profunda división que atraviesa el país. Mientras las marchas y los discursos se intensifican, la pregunta sigue en el aire: ¿será la reforma judicial un paso hacia la democratización o un riesgo para las instituciones?

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La oposición se lanza contra la reforma judicial: ¿un nuevo capítulo de polarización?
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