En la Ciudad de México, donde el sueño de tener una casa propia parece cada vez más lejano, el gobierno capitalino impulsa el Programa de Vivienda en Conjunto a través del Instituto de Vivienda (INVI). Este esquema promete créditos sin intereses para que familias de bajos ingresos accedan a departamentos de interés social. Sin embargo, detrás de los anuncios, hay dudas sobre su alcance y eficacia.
El programa ofrece financiamiento para viviendas nuevas o usadas, rehabilitación de inmuebles y hasta arrendamiento con opción a compra. Según el gobierno, los departamentos, de entre 50 y 65 metros cuadrados, tienen precios accesibles, con créditos que no generan intereses. Pero, para muchos, los requisitos y la burocracia pueden ser un obstáculo difícil de superar.
Para acceder, los solicitantes no deben ser propietarios de otra vivienda en la CDMX y deben tener ingresos de hasta cinco veces el salario mínimo diario, o hasta ocho en el caso de ingresos familiares. Además, hay un límite de edad: no más de 64 años. Si se supera este tope, se requiere un deudor solidario, lo que complica el proceso para adultos mayores.
La documentación es otro desafío. Se pide acta de nacimiento, comprobantes de ingresos, identificación oficial y un estudio socioeconómico realizado por el INVI. Para quienes ya viven en el lugar donde buscan el crédito, deben demostrar al menos tres años de arraigo. Todo esto, sumado a citas y trámites, puede desanimar a los interesados.
El gobierno de Clara Brugada ha destacado que el programa prioriza a grupos vulnerables, como madres solteras, personas con discapacidad y adultos mayores. Sin embargo, las cifras reales de beneficiarios son limitadas frente a la enorme demanda habitacional en la capital. En 2024, el INVI destinó 8676 millones de pesos al programa, pero no está claro cuántas familias lograron concretar su sueño.
Otro punto crítico es la ubicación de las viviendas. Aunque se promete que estarán en zonas con servicios, muchos departamentos se construyen en alcaldías periféricas, lejos de centros de trabajo o escuelas. Esto plantea preguntas sobre la calidad de vida que realmente ofrecen estos proyectos.
A pesar de las promesas, el programa no está exento de críticas. Hay quienes señalan opacidad en la asignación de créditos y lentitud en los procesos. La burocracia, combinada con la alta demanda, hace que muchos solicitantes queden en lista de espera durante años.
El Programa de Vivienda en Conjunto se presenta como una esperanza para miles de capitalinos, pero su impacto real sigue en duda. Mientras el gobierno presume avances, la realidad para muchas familias es un trámite largo y, en ocasiones, inalcanzable. La vivienda digna sigue siendo un reto monumental en la CDMX.

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¿Casa propia en CDMX? El programa que promete viviendas baratas, pero ¿realmente funciona?
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