Una fiesta clandestina en la colonia Guerrero, en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, terminó en caos el pasado viernes 16 de mayo. Cerca de 800 jóvenes, en su mayoría menores de edad, abarrotaron el salón de eventos Unión y Concordia, ubicado en la calle Magnolia 174, un lugar con capacidad para solo 450 personas. Lo que parecía una noche de diversión se convirtió en una pesadilla con varios adolescentes intoxicados y autoridades desbordadas.
Los vecinos, alarmados por el escándalo y la presencia de jóvenes inconscientes en la vía pública, alertaron a las autoridades a través de la línea de emergencia Base Diana. Al llegar al lugar, elementos de la Policía Auxiliar y Protección Civil encontraron a cuatro menores de edad con intoxicación etílica severa. Una joven de 16 años tuvo que ser trasladada a un hospital para recibir atención médica especializada.
La alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, no tardó en pronunciarse sobre el incidente. Según sus declaraciones, la rápida intervención de las autoridades evitó una tragedia mayor. Sin embargo, el descontrol en el evento pone en evidencia la falta de vigilancia y permisos para este tipo de actividades en la demarcación, un problema que parece repetirse sin solución.
Lo más escalofriante fue lo que las autoridades encontraron dentro del salón. Además de un exceso de alcohol, incluyendo bebidas de dudosa procedencia, había ataúdes utilizados como hieleras para almacenar bebidas. Este detalle macabro sorprendió incluso a los elementos de seguridad, quienes también reportaron extintores caducos desde 1999 y la ausencia total de rutas de evacuación.
El propietario del inmueble, un hombre de 51 años identificado como Antonio, fue detenido y presentado ante el Ministerio Público. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México ya inició una investigación por posible corrupción de menores, dado que el evento no contaba con los permisos necesarios y estaba dirigido principalmente a adolescentes.
Testigos relataron una escena caótica dentro del salón. Uno de los asistentes aseguró que no había control alguno en la entrada, solo se requería una pulsera para ingresar. La falta de ventilación y el hacinamiento hicieron que muchos jóvenes se sintieran mal, mientras que el consumo de bebidas como los llamados “azulitos” agravó la situación.
La alcaldía Cuauhtémoc anunció que reforzará la vigilancia en salones de eventos, especialmente en zonas donde se han reportado actividades similares. También hizo un llamado a los padres de familia para que supervisen los eventos a los que asisten sus hijos, destacando la importancia de prevenir este tipo de incidentes.
Este no es un caso aislado. Hace apenas unas semanas, otra fiesta clandestina en la alcaldía Coyoacán fue desmantelada, también con menores de edad involucrados. La repetición de estos eventos pone en tela de juicio la capacidad de las autoridades para regular y prevenir actividades que ponen en riesgo a los jóvenes.
El incidente en la colonia Guerrero deja muchas preguntas sin respuesta. ¿Cómo fue posible que un evento de esta magnitud se organizara sin que las autoridades lo detectaran a tiempo? ¿Qué medidas tomará el gobierno de la alcaldía para evitar que esto se repita? La seguridad de los adolescentes sigue en juego mientras estos eventos clandestinos continúan proliferando.

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Fiesta clandestina en la Guerrero: menores intoxicados y ataúdes como hieleras en un evento fuera de control
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