Un operativo de la Secretaría de Marina en Huitzontla, Michoacán, dejó un saldo estremecedor: 12 presuntos criminales abatidos y nueve más detenidos. La acción, encabezada por fuerzas federales, se desató en un enfrentamiento que expone, una vez más, la escalada de violencia que azota al estado.
Según Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, los detenidos están vinculados a delitos graves como homicidio, extorsión y privación ilegal de la libertad. Este operativo no fue un evento aislado, sino una respuesta a la creciente ola de crímenes en la región.
El enfrentamiento ocurrió en una zona donde grupos delictivos, presuntamente ligados al Cártel Jalisco Nueva Generación, han intensificado sus operaciones. La Marina, apoyada por la Guardia Nacional y el Ejército, respondió con fuerza ante la agresión de los criminales, quienes no dudaron en abrir fuego.
Tres marinos resultaron heridos durante el operativo, lo que subraya la peligrosidad de estas intervenciones. A pesar de los esfuerzos, la violencia en Michoacán no cede, y los enfrentamientos armados son cada vez más frecuentes en comunidades como Huitzontla.
En el lugar se aseguraron armas de alto calibre, equipo táctico y vehículos, evidencias de la capacidad de fuego de estos grupos. Las autoridades han puesto a los detenidos a disposición de la Fiscalía General de la República para las investigaciones correspondientes.
Michoacán sigue siendo un foco rojo en la lucha contra el crimen organizado. La pugna entre cárteles por el control del territorio ha dejado un rastro de sangre y temor entre la población, que vive atrapada en esta guerra sin fin.
El gobierno federal insiste en que estas acciones son parte de una estrategia para restablecer el orden, pero los resultados son claros: la inseguridad no da tregua. Operativos como este muestran el tamaño del problema, pero también la falta de soluciones de fondo.
La sociedad michoacana, cansada de promesas, exige paz y seguridad. Mientras tanto, el saldo de muertos y heridos sigue creciendo, y la pregunta permanece: ¿hasta cuándo seguirá esta espiral de violencia sin control?