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La Diócesis de la Tarahumara clama por el fin de la violencia que azota la Sierra

En una carta abierta dirigida a la presidenta Claudia Sheinbaum, la Diócesis de la Tarahumara, encabezada por el obispo Juan Manuel González Sandoval, ha levantado la voz ante la grave crisis de inseguridad que sacude la Sierra Tarahumara en Chihuahua. La misiva, enviada desde Guadalupe y Calvo, expone un panorama desolador donde la violencia, la extorsión y la tala ilegal han destrozado la vida de las comunidades.
La carta detalla cómo en la Parroquia de Guachochi se celebran funerales semanales de jóvenes asesinados, víctimas de una violencia que parece no tener freno. Según el obispo, los criminales han tomado control territorial, imponiendo extorsiones, traficando drogas y explotando los recursos naturales de la región sin que las autoridades logren contenerlos.
El documento señala directamente la falta de una estrategia integral por parte del gobierno federal. Aunque el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional son las únicas instituciones con capacidad para enfrentar a los grupos criminales, su presencia no ha sido suficiente para disuadir o prevenir los actos violentos que aterrorizan a la población.
La Diócesis también denuncia la tala ilegal que devasta los bosques de la Sierra Tarahumara. Según la carta, muchos comisariados ejidales y aserraderos están vinculados a actividades ilícitas, operando con una impunidad que erosiona la confianza en las instituciones y destruye el tejido social de las comunidades indígenas.
El obispo González Sandoval recordó que la Sierra Tarahumara fue el punto de partida del Diálogo Nacional por la Paz, pero la región sigue profundamente herida. La reciente balacera en Guachochi, ocurrida a pocas horas de la visita de Sheinbaum a la zona, es un reflejo de la inseguridad persistente y de la incapacidad de las fuerzas federales, estatales y municipales para garantizar la tranquilidad.
En su misiva, la Diócesis ofrece su colaboración para crear canales de diálogo que reconstruyan el tejido social y sienten las bases de una paz duradera. Sin embargo, insiste en que el gobierno debe actuar con urgencia, implementando un plan integral que no solo combata la violencia, sino que también aborde las raíces de la impunidad y la corrupción.
La carta critica la falta de mecanismos efectivos para auditar a los responsables de la tala ilegal y otros delitos. Los caminos de la Sierra, controlados por criminales, son utilizados para actividades ilícitas, mientras que el desplazamiento forzado de comunidades enteras se ha convertido en una tragedia cotidiana.
La visita de Sheinbaum a Baborigame, en Guadalupe y Calvo, para encabezar el Plan de Justicia de los Pueblos de la Sierra Tarahumara, no pasó desapercibida. Sin embargo, la Diócesis subraya que los discursos y las promesas no bastan ante una crisis que cobra vidas y destruye el futuro de la región.
El mensaje de la Diócesis es claro: la Sierra Tarahumara no puede seguir siendo un territorio olvidado. La carta cierra con un llamado a la acción, exigiendo que el gobierno de Sheinbaum escuche el clamor de la población y tome medidas concretas para devolver la paz a una región que lleva décadas sumida en el abandono y la violencia.

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