Julio Zamora, conocido como el “Negro” Zamora, fue una figura destacada en el fútbol mexicano durante los años 90, cuando brilló como delantero de Cruz Azul. Sin embargo, su vida dio un giro dramático en 2017 tras sufrir dos infartos cerebrales que lo dejaron al borde de la muerte. Este trágico episodio no solo afectó su salud, sino que también lo llevó a perder prácticamente todos sus bienes materiales.
Zamora, quien jugó con la Máquina de 1993 a 1996, conquistó una Copa México y una Copa de Campeones de la CONCACAF. Su talento en la cancha lo llevó a acumular una fortuna, pero los costosos tratamientos médicos tras sus infartos cerebrales agotaron sus recursos. El exfutbolista argentino tuvo que vender sus pertenencias, incluyendo su casa, para cubrir las deudas hospitalarias.
En 2017, mientras dirigía al Real Potosí en Bolivia, Zamora comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza antes de un partido. A pesar de su malestar, decidió continuar con sus responsabilidades como entrenador. Durante el encuentro, la hipertensión, agravada por el calor y la altura, desencadenó una hemorragia cerebral que derivó en dos infartos. Su hijo Brayan relató que su padre llegó al hospital en estado crítico.
El impacto de los infartos dejó secuelas significativas en Zamora, especialmente en su visión, que aún no ha recuperado por completo. Los médicos le advirtieron que la recuperación sería lenta y que cualquier complicación podría ser fatal. A pesar de estas dificultades, Zamora logró salir de terapia intensiva, pero su situación económica ya estaba devastada.
La familia de Zamora, conformada por su esposa Sandra Luna y sus tres hijos, ha sido su mayor apoyo en este complicado camino. Sin embargo, el club Real Potosí, con el que trabajaba en Bolivia, no asumió las deudas médicas ni ofreció ayuda, según denunció el exjugador. Esta falta de respaldo agravó aún más su precaria situación financiera.
A pesar de las adversidades, Zamora recibió apoyo de la directiva de Cruz Azul, encabezada por Guillermo “Billy” Álvarez, quien cubrió parte de las deudas médicas en su momento. También hubo muestras de solidaridad desde Argentina y México, donde los aficionados aún recuerdan su legado en la cancha. Estas ayudas, aunque valiosas, no fueron suficientes para recuperar lo perdido.
Hoy, a sus 59 años, Zamora busca una nueva oportunidad en el mundo del fútbol, el único ámbito en el que se siente preparado para trabajar. En una reciente entrevista, expresó su deseo de volver a entrenar o desempeñarse en algún rol dentro del deporte, ya que otras actividades no se ajustan a su experiencia. Su pasión por el fútbol sigue intacta, pero las secuelas de su salud limitan sus opciones.
La historia de Julio Zamora es un recordatorio de cómo la vida puede cambiar en un instante, incluso para quienes han alcanzado el éxito. Su lucha por salir adelante, respaldado por su familia y el cariño de los aficionados, refleja la resiliencia de un hombre que se niega a rendirse ante las adversidades.

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Julio Zamora, exjugador de Cruz Azul, enfrenta una dura realidad tras perderlo todo por problemas de salud
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